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Opinión #Opinión

La Republica Socialista Transnistriana de Transnistria

Terminada la primera cumbre entre los Presidentes de Rusia y Estados Unidos, muchos analistas se preguntan de qué se habló.

Quizá lo más importante sea lo que no se dijo.

 

 

Ginebra (Suiza) fué la sede de una de las cumbres más esperadas del 2021, donde por primera vez se encontrarían los Presidentes de los dos países más poderosos del mundo.

 

 

Rusia y Estados Unidos se encontraron a fin de acercar posiciones y comenzar a discutir los temas bilaterales que afectan a sus intereses.

 

 

Debemos recordar que las relaciones entre ambos países se encuentran estancadas desde hace meses, en uno de los puntos más bajos que se tenga memoria desde la finalización de la guerra fría. De momento ninguno de los dos mantiene embajadores debido a los exabruptos proferidos por el Presidente Joe Biden de Estados Unidos en los que llamó al Presidente de Rusia Vladimir Putin “un asesino”, lo que provocó el retiro de las respectivas representaciones diplomáticas.

 

 

Acompañando estos ataques verbales poco diplomáticos también existe un conflicto latente en relación a los ciberataques de hackers rusos contra infraestructuras estratégicas y organizaciones estatales y no-gubernamentales estadounidenses que le han costado a Estados Unidos cientos de millones de dólares. Además del conflicto en Ucrania que casi lleva a una guerra regional hace pocos meses por la invasión rusa de la región del Donbass y anteriormente de Crimea. También, por la contraposición de intereses en los conflictos de Siria y Libia donde Estados Unidos quedó totalmente desplazado sin tener ningún tipo de rol o injerencia.

 

 

Por otro lado, Rusia ve con temor el crecimiento de la intervención de Estados Unidos en su política interna, intentando provocar el desplazamiento de Putin del poder y reemplazándolo por un líder más cercano y dócil a occidente, explorando otros perfiles de candidatos más democráticos.

 

 

Para Rusia también resulta preocupante el intento de la alianza OTAN de extenderse a regiones que considera bajo su esfera de influencia y que puede afectarle intereses vitales tanto al país como a los de la población de origen eslavo, de la que Rusia se considera protector natural.

 

 

Mientras que en estas reuniones por cierto es importante todo lo que se dice, a veces resulta más interesante lo que se omite discutir y que debemos entender tras bambalinas.

 

 

En el marco de las discusiones, como mencionamos anteriormente uno de los temas que más preocupa a Rusia es la expansión de la OTAN hacia su territorio. Como ya es conocido, en el tema de Ucrania Rusia está dispuesta a ir a la guerra; pero también existe otro territorio ubicado en el centro de Europa, mucho menos conocido; pero no por eso menos conflictivo: La Republica Socialista Transnistriana de Transnistria.

 

 

Si bien este nombre nos puede resultar salido de alguna película o cuento de hadas y sea casi imposible localizarla en el mapa. Ya que este país sólo es reconocido por Rusia. Transnistria tiene su propio himno nacional, una capital en la Ciudad de Tiraspol, su propia moneda, emite pasaportes, tiene un himno nacional, sistema escolar, ejercito independiente y una industria pujante que exporta al resto de Europa su producción. En los colegios, los estudiantes aprenden ruso y cantan viejas canciones soviéticas con estribillos que dicen ¨Nací en la URSS, somos hijos de Bielorrusia y Ucrania¨ y proclaman defender los valores de la antigua Unión Soviética y sentirse parte del pueblo ruso.

 

 

Transnistria depende económicamente en todo de Rusia, que la subvenciona para poder existir pagando las pensiones a los jubilados y enviándole gas gratis todos los años. Este territorio a su vez cuenta con un destacamento militar y una brigada de tanques rusos que llegan a las 1.700 tropas que protegen su autonomía en el extremo norte de la Republica de Moldavia.

 

 

Debemos decir que este país o territorio forma parte de la actual república de Moldavia, que se separó de la antigua Unión Soviética en el momento de su disolución hace 25 años.

 

 

En un territorio de no más de 300 km de largo y 15 de ancho separado del resto de Moldavia por el rio Dniéster. Se resistió en marzo de 1992 a ser incluido dentro de la nueva república moldava desatándose una guerra civil que costo más de 600 vidas en ambos bandos, dividiendo para siempre a antiguos vecinos y amigos.

 

 

Debido a que los transnistrios se consideraban étnicamente eslavos que habían colonizado estos territorios durante el siglo XVII y que poco tenían en común con sus vecinos del sur, estalló dicha guerra civil en que las tropas nacionales moldavas intentaron tomar estos territorios realizando una supuesta limpieza étnica que fue impedida por un comandante de tanques rusos que defendió a la población con sus tropas y permitió que esta región mantuviera su autonomía del resto del país Moldavo.

 

 

Hoy existe una idea muy difundida entre el resto de la población de Moldavia, de que en el futuro su país podría realizar un referéndum para unirse en un solo país a su vecino Rumania, del que dicen ser hermanos y con quienes sus vecinos del norte no quieren tener nada que ver.

 

 

Aunque los habitantes de Transnistria intentan acercarse al resto de Europa, son los únicos que tienen como símbolos patrios la hoz y el martillo y ostentan en todas las plazas y edificios públicos los bustos de líderes soviéticos como Lenin, Stalin, además de imágenes de triunfantes soldados soviéticos con sus banderas.

 

 

En un conflicto en el que nada ha cambiado desde que comenzó hace 25 años, hoy más que nunca tanto Rusia como la OTAN se disputan el control de este pequeño territorio, dependiendo la paz y la vida en la región de intereses geopolíticos extraños a sus habitantes, que no por ser desconocidos dejan de ser importantes en los mapas de la política internacional.

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