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Opinión #Opinión

Víctima

No todas las personas son tu espejo.

Llamar complementaria, cómplice y decirle a alguien que está sufriendo el ciclo de abuso emocional que consiente y permite esos abusos, constituye una re-victimización. Responsabilizar a los abusados por los abusos, es un acto que lleva al silencio a quienes sufren este flagelo.

 

 

Los que trabajamos a diario para combatir este mal social y ayudar en el proceso de recuperación de las víctimas, observamos algunos factores en común cuando llegan al consultorio: Todas están colmadas de culpa, confundidas, consumidas en sus propios cuerpos, sin poder poner en palabras lo que sufren.

 

 

A los terapeutas nos lleva mucho tiempo hacerles comprender su inocencia debido a que vienen de otras experiencias con gurús espirituales, coaches, counselors o influencers. O con profesionales de la salud mental que no son especialistas en el tema. Todos quienes les niegan la condición de víctima.

 

 

Y es que no es lo mismo ser víctima que victimizarse.

 

 

Ser víctima no es victimismo. A ver si de una vez por todas comprendemos que las violencias y los abusos son siempre responsabilidad de quienes las ejercen. Nunca de los damnificados.

 

 

Mientras no lo entendamos, las victimas sufrirán en silencio, agotadas de escuchar que son ellas quienes permiten y permanecen en una posición gozosa.

 

 

Entendamos que las técnicas de manipulación de estos depredadores encubiertos son de “alta tecnología”. Pedimos encarecidamente que se deje de responsabilizar a las víctimas de los abusos que sufren bajo la sombra de un psicópata. Los abusadores actúan con alevosía, premeditación, con ventaja y de una manera sutil. No es una situación en particular lo que desestabiliza a la víctima; sino la suma de manipulaciones que en conjunto dan como resultado el “ciclo del abuso encubierto”. Y esto hace que sea indecible para quienes lo padecen y desconocen el tema.

 

 

Las teorías del espejo, del grado de conciencia y de que vibramos en una frecuencia determinada, demuestran una gran falta de conocimiento del modo de actuar de la tríada oscura (personalidades psicopáticas, maquiavélicas y narcisistas malignos).

 

 

Un psicópata entra por las grietas de la víctima, por sus vulnerabilidades.

 

 

La condición humana implica tener vulnerabilidades (pueden ser crónicas, de largo, medio y corto plazo) así que hasta la persona más inteligente, espiritual, con autoestima elevada, apego seguro e iluminada puede llegar a caer en la depredación de un psicópata. Con esto no queremos decir que nunca se sale del lugar de víctima: pero para poder salir hay que asumirse como tal, comprender la inocencia y convertirse en una amenaza para estos seres. Entiéndase por amenaza lo que siente el sicópata cuando se dan cuenta que tenemos información y conocemos la terminología sobre este tipo de abuso.

 

 

Si el Dr. Robert Hare* dice que aún después de decenas de años en los que investigó el comportamiento psicopático, él tampoco está exento de caer en la seducción y en las garras de alguno que jamás actuará de manera torpe; nadie está inmune a ser seducido por un perverso narcisista.

 

 

Vale aclarar que no estamos hablando de “relaciones tóxicas” en donde dos adultos se relacionan de manera insana o donde hay dos personas que se llevan mal. Nos referimos a cuando un abusador, de manera consciente con una metodología muy encubierta decide depredar a un ser humano. Aniquilarlo con la manipulación hasta dejarlo en estado de agonía.

 

 

Aunque las víctimas favoritas pueden ser personas empáticas, buenas, generosas, con altos valores, altruistas y las mismas les resulten más fáciles de manipular, cualquier persona puede ser víctima de un psicópata de una u otra manera.

 

 

Como dice el Dr. Iñaki Piñuel: “Quienes propagan el falso mito de la existencia de complementarios, justifican las peores actuaciones psicopáticas asignando a las víctimas la culpa de lo que sufren. Un psicópata no requiere, para ser lo que es, de una complementaria. Lo es por sí mismo, así fuese el último ser vivo sobre el planeta”.

 

 

Aquellos que re victimizan a la víctima suelen hacerles preguntas retóricas del tipo de: ¿Qué es eso de sentir ira o rabia contra tu ex-psycho? ¿De qué te sirve desgastarte en la furia cuando tu ex-psycho ya está en otra cosa?

 

 

Esto es el resultado de no entender que fuiste una pura víctima. No rechaces esa palabra: VÍCTIMA...acéptala. Ni masoquista, ni complementaria, ni nada... ¡VÍCTIMA!

 

 

Por favor, dejemos de responsabilizar a las víctimas de los abusos.

 

 

*Profesor emérito de la British Columbia University, uno de los más reputados investigadores en el campo de la Psicopatía y la Sicología Criminal.

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