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Opinión #Opinión

La Rebelión de los Cholos

El proceso electoral se cierra en Perú, en una definición que parece dividir al país en dos

Qué significa el fenómeno que llevó a la presidencia a un casi desconocido? Y qué cambios puede traer este triunfo para aquel país?

 

El resultado electoral luego de un escrutinio que duró varios días por su complejidad, terminó favoreciendo a José Castillo, líder del partido Perú Libre de tendencia marxista-leninista, que se enfrentó al partido conservador de derecha Fuerza Popular, encabezado por Keiko Fujimori. Las diferencias entre ambos, unas milésimas de puntos porcentuales que no llegan a sumar ochenta mil votos.

 

Luego de este resultado la capital Lima y la clase media se preguntan qué ocurrió y cómo se llegó a esta situación que pone en peligro el futuro del país.

 

Analizando los resultados por regiones, se puede ver que existen ciudades y poblados del interior y la sierra peruana que votaron masivamente por Castillo, llegándose a encontrar diferencias de hasta 80 puntos entre ambos contendientes. De nada alcanzó la concentración poblacional de las desarrolladas ciudades costeras para contrarrestar esta avalancha de votos. Por cierto, en estas ciudades comerciales e industrializadas que votaron por Fujimori, también existen bolsones poblacionales que emitieron su voto por Castillo.

 

Aunque el ausentismo llegó al 25% del padrón debido a que ninguna de las dos facciones resultaba la mejor a los ojos del electorado, todavía resta preguntarnos porqué tanta gente eligió para el país un destino diferente del que lo llevó al progreso y la estabilidad económica durante los últimos veinte años.

 

Primero debemos decir que a diferencia de lo que ocurre en Argentina o con otros países de la latinoamérica atlántica, Perú es estructuralmente racista y donde el progreso social es casi nulo. Aunque nos resulte difícil de comprender, el desarrollo social de aquel país desde hace doscientos años sigue manteniendo el mismo modelo social: La clase dominante pertenece a los inmigrantes europeos y a la vieja oligarquía española, luego están los mestizos y por últimos los así denominados ¨cholos¨ o poblaciones indígenas descendientes de las tribus originarias, quienes para integrarse a la sociedad deben abandonar el idioma quechua ancestral y todas sus raíces ya que está mal visto vestirse, actuar o reivindicar la cultura originaria. A la que las clases dominantes ven como un signo de atraso.

 

El resentimiento y el odio se fue acumulando; pero también reprimiendo durante más de dos siglos. Sumado a esto debemos decir que a pesar de la modificación de la Constitución del Perú en la década de los años '90 realizada por Fujimori, estableciendo una más liberal pensada en favorecer el desarrollo económico del país y de sus ciudadanos; la misma no generó la prosperidad deseada, aunque trajo progreso a las ciudades costeras y atrajo a una población del interior que pudo crecer en parte al dedicarse al comercio minorista y las actividades autónomas.

 

El fracaso del actual modelo se ha debido, entre otros factores, a la corrupción generalizada de los políticos y los abusos en las practicas corporativas de las grandes empresas (que en su gran mayoría resultaban ser de origen chileno). Empresas que terminaban retirando del país sus ganancias y repartiendo apenas unas migajas entre los trabajadores de las mismas. Todos estos factores fueron la caldera que alimentó durante años la sensación de abandono que se potenció durante la pandemia del Covid-19, cuando estas poblaciones comprendieron que debido a la falta de inversión e infraestructura hospitalaria, sus parientes y amigos morían en sus brazos.

 

Castillo ofreció a esta población una esperanza, no de progreso sino de venganza y revancha.

 

Los postulados del candidato, también de extracción indígena, del partido Perú Libre, calaban y representaban ese grito de desesperación.

Debemos decir que, aunque Castillo se autodenomine marxista y sea aclamado como un liberador por todo el espectro progresista latino, no hay que confundirse. El representante en Perú de lo que podrían ser el Socialismo venezolano o el Kirchnerismo argentino está representado por el partido de Veronika Mendoza que terminó en la primera vuelta con sólo el 7% de los votos totales y fracasó en su intento de captar las voluntades, ya que les habló a las clases medias de las ciudades de justicia social en términos del "socialismo de manual".

 

Castillo representa otra cosa totalmente diferente y quizá enemiga misma del modelo socialista europeo. Él y sus votantes son la definición pura del etno-nacionalismo indígena conservador y me atrevería a expresar que corporativista-fascista. Y esto parece ser así porque Castillo expresa estar en contra de la ley de aborto, de la educación de los chicos en la ideología de género y estar asímismo en contra de promover la aceptación de los movimientos homosexuales y LGTB. Además, promete la expulsión del territorio de su país de todos los ¨delincuentes extranjeros de los que vienen a robar el pan de los peruanos", en clara referencia a los inmigrantes venezolanos.

Castillo también declaró abiertamente que defenderá a la religión católica, a las fuerzas armadas y se definió como tradicionalista.

 

En materia económica propone la expropiación en primer lugar de todas las empresas chilenas, a las que les ha echado prácticamente toda la culpa de la pobreza en el interior del país y de robarse los recursos mineros del Perú. Lo mismo que perciben los mineros que trabajan para estas empresas en el sur del país y que no ven ningún progreso a nivel individual.

 

A nivel político el presidente electo promete reclamar a Chile todos los territorios perdidos en la guerra del pacifico, ya sea por las buenas o por la fuerza. También dijo a la población que no tenga miedo, que a los pobres no les serán expropiadas sus casas; pero que a las clases altas y acomodadas de Lima que se han burlado y oprimido a la población indígena durante centurias les llegará su hora. Castillo propone una revolución social de reivindicación étnica, no una sociedad socialista para todos, tal como podemos entender de este lado de la cordillera.

 

Tampoco sus discursos se parecen a las promesas del socialismo venezolano (aunque parecen confundirse) que garantizaban un paraíso en la tierra para todos y que el país podía ser exitoso aún sin trabajar. Debemos repetir una vez más, el modelo que propone Perú es solo para ellos y para una sola clase social, ¨los cholos¨, los relegados. Aquellos que debido a que nada tienen, tampoco nada tienen para perder ya que por fin si se produce la expoliación de las riquezas de sus opresores, por lo menos ellos recibirán algo y si no, nadie tendrá nada; pero no serán más "los esclavos de la fiesta del capitalismo y el honor será devuelto al Perú".

 

Como expresó un amigo conocedor de la idiosincrasia de su pueblo, "el Perú mismo provocó su debacle y si no era ahora, en la próxima aparecería otro Castillo recargado y mucho peor con una revolución sangrienta.

 

Ahora todo depende del nuevo Presidente y de su equipo de gobierno, unificar y sanear al Perú terminando con el racismo estructural para convertir al país en hogar para todos sus ciudadanos y no sólo para unos pocos.

 

La pregunta que queda pendiente es si podrá, si tendrá la voluntad o el interés de lograrlo.

 

O si por el contrario se dejará llevar por los pedidos de sus votantes que reclaman desde las entrañas, venganza.

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