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Opinión #Opinión

Hostigamiento

Cuando le preguntaban a Mercedes por qué su cuñada Romina querría hacerle todas las cosas que ella denunciaba, no sabía qué contestar. En esta columna le damos la respuesta.

Para desestabilizarla psíquicamente, para aniquilarla y dejarla en agonía. Lo que pretende el acosador psicológico es dañar la dignidad e integridad moral de su víctima.

 

Si resulta difícil detectar a un psicópata integrado en una relación de pareja, tanto más complicado en otro tipo de vínculos. Es tan inminente y confuso lo que va sucediendo que la víctima cae en un abismo cada vez más profundo. Algunos perversos narcisistas se obsesionan tanto con una persona que comienzan a acosarla a punto tal de que la persona hostigada siente que está enloqueciendo.

 

Esta clase de ataques pueden quedar disimulados por la ausencia de agresiones físicas. Lo que desequilibra a la víctima no es un hecho en particular; sino la suma de muchos ataques solapados que la dejan es un estado de tormento y angustia. Los actos de acoso se van repitiendo a lo largo del tiempo y de manera progresiva, lo que causa en la víctima una gran impotencia, incertidumbre y pérdida de autoestima y confianza en sí misma. 

 

En casos extremos, el acoso psicológico continuado puede culminar con el suicidio.

 

Como solemos aclarar, el acoso psicológico es un fenómeno que puede ocurrir en las relaciones de pareja; pero también entre amigos, familiares, en el trabajo o la escuela. El acosador psicológico actúa de acuerdo con sus intereses y suele culpabilizar, incomodar y provocar miedo a la víctima.

 

El manipulador utiliza diferentes técnicas, entre ellas la conocida como “el silbido de perro”, llamada así porque los ataques son sólo perceptibles por la víctima sin que el entorno pueda notarlo. El psicópata va a buscar la reacción emocional de su presa, el estallido de ira para que el entorno lo vea como víctima de su víctima. Una de las técnicas de muchos de estos individuos es el hostigamiento. 

 

Damos algunos ejemplos de testimonios de nuestros lectores:

 

Mercedes nos cuenta que su cuñada comenzó a salir con su hermano, al mes se fue de viaje con toda la familia comenzando a tomar atribuciones que a ella le resultaban extraños, como acostarse en la cama de sus padres, armar grupos familiares de WhatsApp con los miembros de su familia, comenzar a llamar “tío”, “primo” y “abuela” a sus familiares.

 

La apuesta fue subiendo de manera escalonada: 

 

De repente la nueva cuñada tenía agregados a su Facebook todos los contactos de Mercedes. Comenzó a hacerse amiga de sus amigos, organizaba cenas en donde invitaba a familiares e íntimos y la excluía de estos encuentros. 

 

Si Mercedes se compraba una prenda de ropa, al día siguiente aparecían en las redes fotos de Romina con la misma prenda. 

 

Si mercedes elegía un profesional de salud al cual acudir, su cuñada empezaba a ir al mismo.

 

Y lo más duro de todo era la campaña de difamación que ejercía, contándole a todos los seres queridos de Mercedes “el daño que ella le hacía”. El entorno comenzó a mirarla de manera extraña. Algunos más atrevidos le preguntaban “¿Qué le hiciste a tu cuñada?” “ ¿Estás celosa?”.

 

Y lo más duro de todo era la campaña de difamación que ejercía, contándole a todos los seres queridos de Mercedes “el daño que ella le hacía”. El entorno comenzó a mirarla de manera extraña. Algunos más atrevidos le preguntaban “¿Qué le hiciste a tu cuñada?” “Estás celosa?”.

 

Cuenta Mercedes que lo más doloroso de todo era ver cómo el entorno creía cada mentira de su cuñada, quien trabajó en cada uno de los seres más allegados y amados para ella. La desesperación fue creciendo al ver que la gente se alejaba. Nadie quería escucharla. De repente parecía como que Romina la hubiese reemplazado en su mundo. Todos sus espacios estaban habitados por Romina.

 

Los ataques eran cada vez más fuertes; pero Mercedes estaba débil. Dudaba de su propia percepción. Sentía enloquecer. El acoso era por todos lados. Romina subía fotos a los grupos de WhatsApp, a Facebook, a Instagram posando con todas las personas a quienes había seducido para que sean su séquito. Por supuesto que las fotos estaban dedicadas a su víctima. Pero Mercedes no tenía con quién hablar porque cuando intentaba decir algo, la gente se mostraba harta de escucharla.

 

Cuenta Mercedes que aún hoy, con el contacto cero, cuando Romina se entera que ella hace algo la sigue acosando. Si mercedes comienza a ir a un club, Romina se asocia. Si Mercedes está en algún espacio y Romina la ve, al poco tiempo esta última postea fotos desde el lugar en el que vio a su cuñada. El cuadro de Mercedes es complejo debido a que son múltiples los factores para analizar, entre ellos el rol de sus familiares.

 

Lamentablemente, para poder recuperarse Mercedes se tuvo que alejar de todas las personas que pusieron en duda su cordura. De esa manera pudo construir un nuevo mundo y en su recuperación va comprendiendo por qué no sabía defenderse de un ataque, cuáles fueron las grietas por las que entró una psicópata en su vida. Con el tiempo Mercedes logró adueñarse de su verdad y validar su percepción sin la necesidad de que otros le crean. Tuvo que aprender a familiarizarse con la terminología del ciclo del abuso narcisista.

 

Hoy en día afortunadamente somos varios los profesionales que nos dedicamos a tratar el estrés post traumático de las víctimas de narcisistas encubiertos y de orientar a las víctimas hacia un camino de recuperación para poder tener una vida más plena.

 

Sufrir el hostigamiento, es una de los peores infiernos que puede experimentar el ser humano y tiene efectos muy negativos para los individuos: deterioro de la salud física y psicológica, ansiedad, problemas para dormir, falta de concentración. Desconfianza. Despersonalización. Des-realización.

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