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La ley del hielo

Análisis sobre modos de manipulación que aplican las personas narcisistas

En la escena de una conocida película, el protagonista descubre una celda oculta. Adentro se encontraba un hombre que llevaba dos décadas en solitario. Al verlo al protagonista, uno pensaría que lo primero que va a pedir es que lo libere. En lugar de eso, le ruega: “Por favor, háblame”.

Muchas personas muestran su enfado a través de retirarle la palabra a la persona que consideran que se equivocó o los lastimó. Seguramente les funcionó para que el otro se doblegue y pida disculpas.

 

 

¿Pero es eso realmente efectivo para zanjar las diferencias?

 

 

La respuesta es NO. Este abordaje solo sirve para introducir una tensión adicional, para demostrar quién tiene el poder; para generar ansiedad, preocupación, miedo al quiebre del vínculo, pánico al abandono, amenaza a la relación y excesiva angustia. Así que si ese fue el modelo que aprendiste para avisar que estás enfadado, te vamos a explicar por qué es una solución fallida. Y vas a entender por qué es uno de los juegos favoritos de los depredadores narcisistas para manipular a sus víctimas.

 

 

En una nota anterior cuando hablamos del ciclo de abuso narcisista identificamos unas técnicas llamadas “Ley del hielo” (también conocida como Tratamiento silencioso) y “El hombro frío”. Se trata de tácticas pasivo-agresivas que consisten en ignorar a la presa con una actitud fría y distante. Puede ser como consecuencia de un hecho desencadenante o no. Y el manipulador nunca va a explicar la razón de este tratamiento, motivo por el cual la víctima se sentirá muy confundida, sin entender esta actitud por parte de la persona que hasta hace poco la había bombardeado de amor. Le generará angustia difusa, ansiedad; y colaborará con la destrucción de su autoestima. De esta manera, el narcisista obtiene combustible, transmite desprecio, adoctrina a su presa, la castiga, le advierte cuáles son las consecuencias de sus actos, la hace sumisa y le demuestra quién tiene el poder. En este juego perverso se puede contemplar la total falta de empatía de estos seres tan crueles.

 

 

Vamos a ver cuatro ejemplos de los usos y abusos de estas tácticas:

 

 

1. Para manipular y mostrar el poder: El manipulador piensa: ¨Sé que si te ignoro y te retiro la palabra te va a incomodar mi silencio. Te vas a inundar de angustia y ansiedad. Vas a ceder porque no soportas la incertidumbre de no saber lo que está sucediendo”.

2. Venganza: “Me voy a vengar y como hiciste algo que a mí no me agrada, te castigo con el látigo del silencio, la indiferencia y el desprecio. Para que sientas que no vales nada”.

3. Pretender la adivinación: “Debes saber por qué estoy así, yo no tengo por qué decírtelo”.

4. Para infligir culpa: “Vas a correr detrás de mí para suplicarme que vuelva a hablarte. Vas a llorar de ansiedad y te sentirás culpable por cualquier disgusto que me provoques”.

 

 

Estás técnicas son contraproducentes porque generan resentimiento, incomprensión y mucho dolor. No tienen nada que ver con la “estructura de demora” en donde alguien necesita cambiar de estado emocional y le avisa al otro que se va a comunicar cuando aclare sus ideas. O cuando el otro está enojado cometiendo actos de impulsividad y se le notifica que cuando se calme van a retomar el diálogo. Eso es avisar, retirarse, pensar, analizar y procesar para luego exponer lo que sucede de manera apropiada.

La ley del hielo es un estilo de abuso y una señal de alarma para estar alertas de que podríamos encontrarnos bajo las garras de un manipulador patológico que desea aniquilar nuestra autoestima, y atraparnos en el vínculo traumático de traición. Ellos saben muy bien lo que están haciendo y tienen un propósito dentro de sus agendas encubiertas cada vez que deciden aplicar alguna de estas técnicas.

 

 

Como aclaramos al principio, estos mecanismos no son patrimonio exclusivo de los narcisistas patológicos, así que si te sucede esto con alguien a quien estás conociendo, no esperes razonar ni reflexionar en ese momento con la persona que te retira la palabra. No vayas corriendo a rogarle que te hable porque eso es caer en la manipulación y mostrarle que sus juegos son efectivos.

 

 

Notifica a la persona de la siguiente manera:

 

 

• “Me doy cuenta que algo te molesta y no quieres hablar”

• “Yo quisiera arreglar las cosas; pero es tu decisión si deseas continuar con esta actitud, no puedo hacer nada al respecto. Yo tengo toda la predisposición para escucharte.”

• “Si continúas con esa actitud, corres el riesgo de que yo malinterprete lo que sucede y pueda pensar un abanico de posibilidades que no nos van a ayudar a solucionar nuestras diferencias.”

 

 

Si la persona continúa en ese plan recuerda poner a flamear las banderas rojas.

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