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Opinión #ProducciónDeInformación

Usar los datos a tu favor

Internet y redes sociales en una nueva era

Agrandar imagen Cada vez son más los dispositivos conectados a Internet
Cada vez son más los dispositivos conectados a Internet

Del concepto de “Diluvio de Datos” a desarrollar una estrategia y crear una base de gestión de datos como primer paso crítico para garantizar el máximo valor de estos activos.

Cuando en febrero de 2010 el semanario The Economist publicó en tapa “El diluvio de datos”, asombró a todo el mundo por ahondar en un tema que tendría serias implicancias futuras: cómo lidiar con la enorme cantidad de datos que generamos a diario, en todo el mundo.

Cuando se describió “el diluvio de datos”, se hizo referencia a una próxima (en aquel momento) situación en la cual el gran volumen de nuevos datos generados terminaría abrumando la capacidad de las instituciones para administrarlos, y de los investigadores para utilizarlos.

Esta situación continúa siendo agobiante al día de hoy tras 10 años desde aquel artículo anticipatorio. Es que por cada año que pasa, se incrementan exponencialmente los datos generados por personas, empresas, gobiernos, y organizaciones en general. Ya sea a través del uso de aplicaciones —entre los cuales las redes sociales aportan bastante— o por la navegación en la web a través de múltiples dispositivos. Y ya no solo son celulares o notebooks. Cada vez son más los dispositivos conectados a Internet a través de redes wifi: relojes inteligentes, auriculares, cámaras, tablets, consolas de videojuegos; hasta autos o electrodomésticos y todo lo que conlleva el “Internet de las cosas”.

Un zettabyte equivale a 1 billón de gigas. La cantidad real y prevista de datos generados en todo el mundo en 2010 fue de 2 zettabytes. En 2015 ya fue de 15 ZB y para 2018 saltó a 33 ZB. Fue entre esos años que literalmente se habló de que habíamos ingresado en la era del zettabyte. Para este año se espera la cifra de 47 ZB. Y todo indica que el futuro resulta igualmente abrumador, como hace 10 años. Porque para 2025 se incrementa a 175 ZB, en 2030 a 612 ZB, llegando a unos 2142 ZB para 2035, según Statista Digital Economy Compass 2019. Números que dejarían boquiabierto al mismo Moore. Sí, al de la Ley.

Sin embargo, y más allá de lo impactante que resulte, esto no debe inmovilizarnos. Por el contrario, el contexto nos propone estar preparados; ponernos a accionar desde ahora mismo. Y esto significa desarrollar una estrategia y crear una base de gestión de datos como primer paso crítico para garantizar el máximo valor de estos activos. Para que este proceso arranque, las organizaciones tienen que trabajar sobre los datos que obtienen de sus actividades diarias, para poder calificarlos de alguna forma, con el objetivo de determinar qué datos son importantes en su funcionamiento.

Desde marcas, productos, o compañías en búsqueda de posicionarse en el mercado y gobiernos que buscan mejorar los servicios públicos a la ciudadanía, todos requieren del uso de los datos. El dilema es cómo transformar esos datos crudos en información de valor que incida en la toma de decisiones.

El mundo de Internet y de las redes sociales juega un papel relevante en relación a la producción masiva de datos. Cada vez compartimos más cosas por ahí: desde una nueva compra, hasta el lugar donde estamos de vacaciones y el momento que pasamos con nuestra familia y amigos. Pero también usamos esos canales para reclamar cuando algo nos disgusta, para expresarnos sobre alguna cuestión de coyuntura o para realizar alguna acción social. Lo hacemos en diferentes formatos: subiendo fotos, compartiendo videos, escribiendo proclamas o textos, e inclusive transmitiendo en vivo por redes lo que estamos haciendo.

Desde hace tiempo se sabe lo importante que es observar de cerca el pulso del consumidor. Sin embargo, en el pasado esto ha sido un proceso complejo. Actualmente todo esto se simplificó ya que contamos con soluciones brindadas por la tecnología que permiten entender de cerca ese proceso. Y se hace a través de la recolección de los datos, para luego ser transformados en información vital que nos permita generar el conocimiento necesario para comprendernos como individuos, como organizaciones y como sociedad.

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