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Opinión

Otro Mundial, otro Presidente

En nuestro país, el fútbol es pasión de multitudes. Y desde que la pelota rueda en el verde césped que se habla que un resultado deportivo puede generar más que un cimbronazo en el devenir nacional.

 

Mientras millares de argentinos vibraban por el Mundial 1978, se vivía una de las épocas más nefastas de la historia nacional, por la dictadura encarnizada que vivía nuestro país. Aún suelen resonar como flashes en la memoria de quienes vivieron aquellos días la figura de Massera, Videla y Agosti festejando los goles de Kempes y compañía.

 

"Mientras se gritan los goles, se apagan los gritos de los torturados y asesinados" decía en aquellos años Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo.

La sonrisa de Videla entregando la Copa del Mundo a Passarella queda como una imagen imborrable de lo vil que resulta a veces aprovecharse de un deporte tan pasional para sacar réditos políticos.

 

Ocho años después sobrevino México 86, durante el Gobierno de Alfonsín, y un Maradona inspirado hacía reventar la plaza de Mayo con el "dale campeón" que resonaba estruendoso.

Previamente, hubo un enfrentamiento que por muy poco no le cuesta el cargo al encontes DT de aquella Selección, Carlos Salvador Bilardo que clasificó en los últimos minutos en la cancha de River Plate ante Perú con gol del hoy técnico incaico, Ricardo Gareca ante una corajeada de Daniel Passarella. Se sabe que aquellos años Alfonsín quiso destronar al entonces discutidísimo técnico de la Selección Mayor, enfrentado con la política y con el periodismo.

 

Luego de ello, y tras la histórica consagración en el Azteca de México, Alfonsín recibió al plantel -Bilardo incluído- en la Casa Rosada y se abrazaron por el logro.

 

En el siguiente Mundial, el de Italia 90, también con Carlos Bilardo como técnico y con Carlos Saúl Menem en su primera gestión, Argentina llegaba a la final y caía ante Alemania, en una polémica decisión arbitral del mexicano Codesal que expulsó a Monzón y le dio un penal inexistente de Sensini a Voeller que convirtió Brehme. ¿Alguien duda que la política internacional estuvo detrás de aquel resultado?. ¿Iba a soportar la omnipresente Europa que un país sudamericano como Argentina ganara un mundial organizado por Italia y que tras su eliminación debía ser para Alemania?.

 

Los resultados futbolísticos seguían manteniendo ocupados a los argentinos, mientras se intentaba recuperar al país de una época de hiperinflación.

 

Desde entonces, hasta hace 4 años atrás, los Mundiales no fueron favorables ni colaboraron a maquillar los vaivenes económicos y políticos de la Nación.

En EE.UU. 1994 el escándalo con el doping de Maradona en Boston fue un mazazo difícil de asimilar y la ilusión de todos por la consagración del equipo de Maradona, Caniggia, Redondo, Batistuta y la dirección técnica del "Coco" Basile hizo agua.

 

El primer Gobierno de Menem ya estaba en etapa final y los argentinos vivíamos en el marco de la convertibilidad que emparejaba al peso y el dólar.

 

Ya en Francia 1998, el equipo de Daniel Passarella se ubicó primero en su grupo y accedió a cuartos de final al vencer a Inglaterra. La historia dirá que tras el cabezazo de Ortega al arquero holandés Van der Sar y un pelotazo de 60 metros que quedó en los pies de Berckamp aquel equipo argentino dejó el Mundial, en el segundo mandato de Carlos Menem en el país.

 

Así, el presidente más futbolero, se quedaba sin un título como la Copa del Mundo, ya con una economía argentina entrando en recesión.

Fernando De La Rúa fue el presidente que debían tener los argentinos en el Mundial 2002 pero la crisis se llevó su Gobierno antes de lo previsto, en diciembre de 2001, por lo que fue su sucesor, Eduardo Duhalde quien gobernó a la Argentina cuando fuimos a Francia.

 

El país tambaleaba y la Selección no fue la excepción. De la mano de un técnico reconocido y metódico como Marcelo Bielsa quedaba afuera de ese Mundial en primera ronda.

Luego vino el período K, de Néstor Kirchner que asumió en diciembre de 2003 y transcurría su primer mandato cuando se disputó el Mundial de 2006 en Alemania. Riquelme, Tévez y un jovencito llamado Messi no pudieron en la definición por penales contra el local, y la vuelta sin Copa del Mundo, una realidad repetida.

 

Ya en 2010, la historia es más conocida. Fue en Sudáfrica el Mundial y el equipo lo dirigió un tal Diego Armando Maradona tras la renuncia de Alfio "Coco" Basile. Nuevamente Alemania en el camino, y tras un doloroso 4 a 0 volver a casa en cuartos de final.

Casi cuatro meses después fallecía en nuestro país el entonces presidente Néstor Kirchner.

 

El último Mundial fue el de la recordada final con Alemania, el rival de siempre, el de 1986, 1990, 2006 y 2010, ya con Messi, Agüero, Higuaín y Mascherano, y derrota en la final, 1 a 0, en Brasil.

 

El país seguía gobernado por un Kirchner, en este caso, Cristina Fernández de Kirchner.

 

Tras la epopeya del martes de Messi, hay otro Mundial a la vista, Rusia 2018, y otro presidente, Mauricio Macri. ¿Será el Mundial de Messi?. ¿El de Macri?. Mientras la pelota siga corriendo por el verde césped, la política irá detrás de ella, buscando una gambeta para hacer más corto el camino.

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