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Opinión

¿Hay otra Cristina?

La política es el arte de lo posible. Es una frase archi-conocida _y muchas veces comprobada_ entre quienes se ofrecen como hombres o mujeres capaces de transformar la vida de la gente. Al menos se ofrecen así ante los demás, como una expectativa a futuro, una herramienta de transformación.

 

Y muchas veces se dijo también que “el poder desnuda a los hombres”, que los deja sin red, porque los pone en el centro del accionar público con sus virtudes y sus defectos, y con consecuencias directas en la sociedad y en su devenir como ser político.

 

Transcurrió un año y casi diez meses desde que Cristina Kirchner dejó de ser presidenta de los argentinos, tiempo durante el cual el peronismo nacional no supo encontrar a alguien que tome la posta y se perfile como el sucesor, el hombre o mujer que le disputará a Mauricio Macri la presidencia ante su aspiración de reelección en 2019.

 

En algún momento se habló de Sergio Massa, en otro de Florencio Randazzo pero a la luz de lo los resultados electorales de las PASO y aún a sabiendas que estamos a tres fines de semana de la elección general., sus aspiraciones presidencialistas parecen hoy demasiado para su realidad política.

 

Y nuevamente surge, por la coyuntura, la figura de Cristina Kirchner, quien parece redimirse desde las cenizas mismas de su Gobierno derrotado y erigirse en “la cara y la voz de la oposición” en el país, peleando con el oficialismo el Distrito electoral más importante, la Provincia de Buenos Aires

 

Mientras tanto, los encuestadores siguen intentando dar con la fórmula del éxito para no errar en los pronósticos de manera tan obscena como lo vienen haciendo últimamente.

 

Pero quiero detenerme en la candidata a senadora por Unidad Ciudadana.

 

¿Hay otra Cristina? ¿Realmente hay otra Cristina?. ¿Ya no es la misma que antes?. ¿Cambió?.

 

La imagen lo es todo, más en un político y sino habría que ver si la fama de Jaime Durán Barba, el ecuatoriano que asesora a Mauricio Macri es en vano o realmente real. En el caso de Cristina se trata del español Antoni Gutiérrez Rubí, quien la asiste en su “pefil político” desde 2016.

 

Ya no suena altisonante como en las cadenas nacionales que tantas críticas levantaron en su mandato y hasta le costaron quizás muchos votos a Daniel Scioli, su candidato a sucederla.

 

Tampoco se la ve poco comunicativa como ocurría en su cerrado círculo de hierro, prácticamente inaccesible para los medios de comunicación, durante su Presidencia. Ahora visita canales de TV, concede entrevistas, habla con el personal de los medios.

 

Y en el medio de sus avatares mediáticos hasta confiesa que hubo hechos de corrupción en su Gobierno.

 

Se dice que le aconsejaron mostrarse más cerca de la gente “de carne y hueso” como sucede cuando comparte una merienda con jóvenes o va a algún salón de música y se pone a bailar zumba en medio de una clase como una más.

 

Hasta hay quienes la critican porque comenzó a hacer sus actos políticos ya no subida a una tarima o palco _al viejo estilo peronista_ sino más bien comunicando “en un plano de igualdad” con un interlocutor, al mejor estilo Cambiemos, a 360º, para girar el cuerpo y comunicarse con todos, sin barreras.

 

Son pinceladas de la imagen pública que debe reconstituirse para ir zanjando las “grietas” generadas en torno a su propia imagen, caso contrario, será difícil convencer al universo de los votantes bonaerenses.

 

¿Habrá aprendido de sus propios errores? ¿O simplemente seguirá siendo aquella Cristina pero con una versión acomodada a las necesidades de campaña?.

 

 

 

 

 

 

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