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El País

El parlamento que esperan los argentinos

2018 será un año decisivo para que el Congreso de la Nación vuelva a tener un rol protagónico en la historia parlamentaria del país.

Luego de las elecciones legislativas del próximo mes de octubre, 2018 será un año decisivo para que el Congreso de la Nación vuelva a tener un rol protagónico en la historia parlamentaria del país. Desde luego que será un año de encendidas polémicas en el tratamiento de las cuestiones fundamentales para el país, y los legisladores deberán ser conscientes de que hay un pueblo que los votó para que sean protagonistas de crear una nueva imagen de nuestro Parlamento, y en consecuencia una democracia que no esté impregnada de sectarismos que alimenten enfrentamientos entre los argentinos.

 

De acuerdo con la teoría del Estado democrático, en el Parlamento se materializa la representación popular para el cumplimiento de la función legislativa; el Poder Judicial asegura un órgano independiente para la declaración del derecho de los habitantes, y el Ejecutivo tiene a su cargo la administración del Estado y la ejecución de las leyes. Una experiencia secular permitió perfeccionar al parlamento y convertirlo en un modelo de funcionamiento de los cuerpos colegiados, al margen de las fallas en su aspecto representativo, sobre todo en nuestro país.

 

Pero la complejidad de la vida moderna y la creciente intervención del Estado en los distintos aspectos del quehacer nacional demandaron una labor abrumadora y requirieron conocimientos técnicos que trabaron muchas veces su eficacia. Eso es lo que ahora debe superarse.

 

El debate de los proyectos en los bloques también contribuye a agilizar la labor parlamentaria ya que de esta manera las disensiones internas no se trasladan al recinto.

 

Mucha gente se pregunta si en realidad existe consciencia en los sectores políticos de la importancia histórica que se abrirá con la integración del nuevo Congreso tras las elecciones de octubre. En este sentido, puede decirse que una cosa es el juego de la política, donde los partidos arman y rompen alianzas que luego son convalidadas o rechazadas por el electorado, pero otra muy distinta es que desde el plano institucional se mude la investidura de la representación legislativa por una camiseta afín al sector político que se venía enfrentando. En términos futbolísticos, sería como cambiar de equipo en medio del partido, sin tomar en cuenta la tendencia de la tribuna que esperaba de sus jugadores un desempeño diferente y comprometido con el club.

 

Las vías de buscar la unidad en un partido, son discutibles y corren por cuenta de sus militantes. Lamentablemente no existe una ley que prohiba a los diputados cambiar de bloques mientras duren sus mandatos para no defraudar a sus electores ni traicionar a su propio partido. De cualquier modo se impone que los legisladores dediquen su tiempo a la labor parlamentaria que prometieron desarrollar y no a las actividades políticas en las que puedan claudicar. La ciudadanía sabrá reconocer a los legisladores que legislen para el país, y sancionar con el voto a los que defrauden sus expectativas.

 

 

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