Antes de convertirse en una estrella global gracias a su papel como el temible Ivan Drago en Rocky IV, Dolph Lundgren era un completo desconocido en Hollywood.
Sin embargo, su presencia física descomunal, su mirada de hielo y su intelecto poco común para un actor de acción, lo convirtieron en la elección perfecta para interpretar al antagonista soviético del querido Rocky Balboa.
Lo que pocos sabían —hasta que Sylvester Stallone lo contó años después— es que ese mismo debut casi termina en tragedia.
Stallone venía de una serie de éxitos moderados con Rocky II y Rocky III, pero fue en 1985 cuando decidió revitalizar la franquicia con un enfoque más espectacular y político, acorde con la tensión internacional de la Guerra Fría.
En Rocky IV, el boxeador de Filadelfia enfrentaba al implacable Ivan Drago, una especie de producto de laboratorio del régimen soviético, tan inexpresivo como letal.
El casting para el personaje fue, según el propio Sylvester Stallone, un infierno. Más de cinco mil aspirantes desfilaron ante la producción, buscando encarnar al villano definitivo.
Pero ninguno tenía lo que Dolph Lundgren ofrecía: una combinación de fuerza bruta, aura intimidante y una inteligencia que desafiaba todos los estereotipos del género.
“¿Sabes por qué contraté a Dolph? Entró en la habitación y le odié nada más verle. Pensé: ‘Dame un respiro’. Este tipo ha saltado la línea evolutiva como mil años”, recordaba Stallone en 2019 durante un evento en Londres.
Asimismo, la estrella de Hollywood destacó que Dolph tenía un físico impresionante que lo dejó completamente impactado, pero que lo terminó de convencer para darle el papel.
Esta descripción del actor no era una exageración, pues nacido en Estocolmo, Suecia, Lundgren no solo era un campeón de karate y modelo ocasional, también tenía un título en ingeniería química y una beca Fulbright para estudiar en el MIT.
Ese encuentro fortuito entre ambos actores se convirtió en uno de los duelos cinematográficos más memorables del siglo XX. Pero lo que ocurrió durante el rodaje dista mucho de haber sido una simple coreografía.
La escena que pudo terminar con la vida de Sylvester Stallone
En una escena particularmente intensa, Sylvester Stallone pidió a Dolph Lundgren que lo golpeara “de verdad” para que la secuencia fuera más realista.
Pero, el resultado no fue lo que esperó porque terminó en cuidados intensivos durante días por el fuerte golpe.
“Le dije: ‘¿Por qué no lo hacemos? Intenta noquearme. Suéltame un golpe con todas tus fuerzas’. Fue una estupidez. De repente, estaba en un avión a baja altitud camino de urgencias, en cuidados intensivos durante cuatro días. Y había un montón de monjas alrededor”, contó.
De acuerdo con Sylvester, la fuerza que usó Dolph fue tan grande que le provocó un traumatismo severo, equiparable con haber sufrido lesiones por un choque automovilístico.
A pesar del incidente, Sylvester nunca culpó a Dolph, a quien describió siempre como un profesional disciplinado, reservado y extremadamente respetuoso. Lo ocurrido, según el actor, fue parte del precio que decidió pagar para darle verosimilitud a la película.
“Si queríamos que el público creyera que Drago podía matar a Apollo Creed con un solo golpe, entonces teníamos que mostrarlo”, afirmó.
Por su parte, durante una entrevista con Fox News, Dolph Lundgren narró cómo se enteró que había herido al artista.
“Rodamos durante dos semanas —esa última pelea— en Vancouver. Y luego volví a Los Ángeles. Entonces el productor me llamó y me dijo: ‘Ah, tienes dos semanas libres’. Y yo le dije: ‘Genial. ¿Sabes qué pasó?’. Dijo: ‘Ah, Sly está en el hospital’. Así que me enteré como todo el mundo", declaró.
Y añadió: “En 1985 no había efectos especiales por computadora, todo tiene que suceder en pantalla, en cámara. Así que ambos recibimos golpes, sobre todo en el cuerpo. Creo que fue uno de los golpes más interesantes que él recibió. Me alegra que lo haya logrado. Me alegro por mí”, comentó.
Aunque su personaje en Rocky IV decía poco —con frases icónicas como “Si muere, muere”—, su impacto fue ensordecedor. Drago era el enemigo ideal para la narrativa estadounidense de los 80, pero también fue la puerta de entrada para que se convirtiera en leyenda.
Cabe destacar que los esfuerzos de la estrella de Hollywood, así como el dolor que sufrió por el golpe de su colega, valieron la pena, ya que Rocky IV fue un fenómeno de taquilla. La cinta logró recaudar más de 300 millones de dólares a nivel mundial.
Dolph Lundgren como un ícono de los años 80
La recepción positiva que Rocky IV tuvo por parte de la audiencia convirtió a Dolph Lundgren en una figura internacional de inmediato. A partir de ahí, su carrera despegó.
Interpretó a He-Man en Los amos del universo (1987), a Frank Castle en The Punisher (1989) y compartió pantalla con Jean-Claude Van Damme en Soldado universal (1992), consolidándose como uno de los reyes del cine de acción de los años 80 y 90.
Pero a diferencia de otros colegas del género, Lundgren nunca cayó del todo en el encasillamiento. Su sólida formación académica le permitió navegar la industria con una conciencia poco común.
En los últimos años, Dolph ha experimentado un resurgimiento en Hollywood, participando en The Expendables, una saga de acción creada por el propio Sylvester Stallone.
El legado de Dolph Lundgren no se limita a un solo papel, pero es innegable que Rocky IV marcó su destino. Fue el punto de partida de una carrera construida sobre su fuerza física, pero también sobre inteligencia, autodisciplina y resiliencia.
Fuente: Infobae