
“Creo que también Dios puso, con Mamá Antula, la mano allí, porque el día lo vinieron a evaluar y él pudo responder a esas mínimas órdenes que le pedían. Por eso es que a veces narro esto, estos episodios, porque no es mágico lo de un milagro. Personalmente creo que Mamá Antula se involucró y que Claudio fue obediente a todas las órdenes médicas, pedidos y cosas que debía hacer, porque la pasamos muy mal”, dice María Laura.
Perusini, por su parte, cuenta la emoción que sintió al enterarse que el Papa Francisco reconoció su curación como un milagro: “A la noticia la estábamos esperando. Sabíamos que iba a pasar de un momento a otro, monseñor Giobando nos había adelantado algo. Pero la cabeza ciertamente estaba en otro lugar. Me lo comunicó mi sobrina desde Canadá”.