
Este 25 de agosto se cumplen 77 años de uno de los episodios más conmovedores en la historia de Salta: el gran terremoto de 1948, que despertó a la población a las 3 de la madrugada con un sacudón que hizo temblar la tierra y el alma de los salteños. El epicentro fue en la cuenca de Metán y alcanzó los 7 grados en la escala de Richter.
El movimiento sísmico provocó rotura de vidrios, grietas en viviendas, caída de muros y el repicar espontáneo de las campanas en las iglesias. En plena oscuridad, muchos corrieron hacia la Catedral Basílica -inaugurada en 1878- en busca de refugio y protección. El arzobispo de entonces, Mons. Roberto José Tavella, ordenó colocar las imágenes sagradas en el gran crucero de la Basílica, tal como se hace durante el culto del Milagro.
Los especialistas del país lo compararon con el sismo que arrasó San Juan en 1944, que dejó entre 10.000 y 20.000 víctimas fatales. En Salta, sin embargo, no hubo muertes. Para muchos, fue un milagro.
El epicentro se localizó en la finca "El Rey", cerca de Metán, la zona más afectada. Allí, la conmoción fue total, pero también se vivieron momentos de profunda fe. El padre José Mir, párroco local, fue despertado por un grupo de vecinos liderado por el Dr. Alberto Caro. Le pidieron abrir la iglesia para rezar. "De rodillas, temblando de fervor, pidieron protección al Señor y la Virgen del Milagro, los protectores de Salta", relata el libro Historia de Metán y de Rosario de la Frontera salteña de Eduardo Poma.
La mañana siguiente, el temor se transformó en agradecimiento. Se organizó un novenario que culminó el 4 de septiembre con una multitudinaria procesión nocturna: más de 10 mil personas marcharon con antorchas encendidas, entonando himnos de fe.
Desde entonces, cada 25 de agosto, Metán conmemora ese momento con el tradicional Pacto de Fidelidad al Señor y la Virgen del Milagro.