La costumbre de desear “salud” al estornudar tiene raíces milenarias y aún hoy persiste. La psicología también explica por qué este gesto genera conexión.
Es un acto tan automático que muchas veces pasa desapercibido. Una persona estornuda y, casi sin pensarlo, alguien alrededor dice: “¡Salud!”. Puede ser en casa, en la oficina o incluso en la calle sin conocer a se le dice. Así como es común decir salud, no lo es tan preguntarse por el origen y los beneficios de no reprimir el Achú, también conocido en la medicina como esternutación, cual significa que es una expulsión convulsiva y semiautónoma de aire de los pulmones a través de la nariz y la boca, generalmente causada por partículas extrañas que irritan la mucosa nasal.
Aunque la gente lo hace por cortesía, la tradición de desear “salud” tiene orígenes sorprendentes que mezclan:
Religión.Medicina.Superstición.Psicología.
Lo cierto es que esta palabra breve, lanzada al aire después de un estornudo, tiene siglos de historia.
¡Salud! tradición con acento europeo
Durante el Imperio Romano, estornudar se asociaba con señales de enfermedad, sobre todo en tiempos donde las epidemias eran mortales. Según cuenta la historia, fue el Papa Gregorio quien instauró el hábito de decir alguna frase piadosa al estornudar, como:
“Dios te bendiga”. “Salud”.
Tales expresiones eran para pedir por la pronta recuperación o protección divina de la persona. Con el tiempo, esta costumbre se secularizó y se resumió simplemente, en una palabra: ¡Salud!, como deseo de bienestar inmediato.
Por otro lado, la psicología social también hace su análisis y aporte sobre esta frase corta como poderosa.
Según esta rama de la psicología, este tipo de micro interacciones son formas de validación y reconocimiento del otro. Aunque parezca un acto menor, decir “¡Salud!” genera un lazo de empatía y cortesía entre personas, incluso si son desconocidas. Es un reflejo de normas culturales aprendidas, que refuerzan la conexión social.
Además, en contextos laborales o familiares, este gesto actúa como un mecanismo de integración, que demuestra atención y amabilidad en pequeños momentos del día.