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Especiales #Misterio

Las estremecedoras historias del Congreso: apariciones, susurros y ruidos extraños

Son varios los legisladores, tanto diputados como senadores, los que alimentaron las versiones de las tétricos episodios que se viven en el interior de las paredes del Congreso de la Nación. Hoy, haremos un recorrido por las historias más sonadas (y escalofriantes).

Las historias de fantasmas, voces y susurros del Congreso Nacional son conocidas por los diputados y senadores. Quienes pasan sus días trabajando en el palacio legislativo, aseguran que rondan almas de los obreros que murieron durante la construcción del edificio, o bien espíritus de las personas veladas en el Congreso que dejan rastros por pasillos, recintos, subsuelo y hasta en la cúpula.

 

El principal misterio se remonta incluso a antes de su inauguración, en 1906: los inicios de esta colosal obra arquitectónica datan de 1895, cuando concursaron 28 arquitectos, ganó el italiano Víctor Meano y empezó a construirse el Palacio de Oro, llamado así en principio por el alto monto que insumió la infraestructura. Desde entonces, las experiencias escalofriantes siguen hasta hoy. Ex empleados aseguraron que en el piso 13 del Anexo pasan cosas inexplicables.

 

Víctor Meano fue asesinado en su casa y nunca se supo por qué, aunque todos apuntaron en su momento a que vio cosas en el Congreso Nacional que no tendría que haber visto. Algunos aseguran que, específicamente los domingos por la madrugada, cuando no hay absolutamente nadie, se oyen fuertes ruidos de cadenas que provienen de los pasillos.

 

Varias personas -que piden mantener en reserva su identidad- aseguran que esos ruidos son los ceniceros próximos a los ascensores que aparecen caídos, todos juntos, como si alguien los tirara a propósito. Otros, en general los que trabajan más temprano y se van muy tarde, aseguran que los gritos y ruidos inexplicables se replican día a día y hasta se acostumbraron a convivir con ellos.

 

Para alimentar el misterio, nada como el hecho ocurrido en la década del 30, cuando el diputado santafesino Lisandro de la Torre denunció el negociado de las carnes argentinas con Gran Bretaña y, entonces, un asesino a sueldo, Valdez Cora, quiso atentar contra su vida, pero terminó matando a otro senador. En voz baja, los empleados comentan habitualmente que este tipo de hechos, sumado a los velatorios realizados allí, son los que provocan el desplazamiento de almas por los pasillos del congreso y hasta se debatieron en varias oportunidades llevar a un especialista para "despedir esas almas perdidas y que puedan volar en paz".

 

Con información de La 100

Congreso de la Nación
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