“¿Tomamos un cafecito?” Esta frase antecede muchos de los encuentros sociales en Argentina, un país repleto de bares y cafeterías que son el lugar preferido de los argentinos a la hora de juntarse con otros por placer o trabajo, o de tomarse un descanso de la rutina laboral.
¿Qué tiene de diferente tomar un café en Argentina que hacerlo en París, Roma o Bogotá?
El hábito de tomar café en un bar tradicional es algo típicamente argentino. Es la excusa perfecta para juntarse con amigos. Hay diferentes rituales que envuelven el famoso cafecito.
Cualquier cosa se arregla con un café, se liman asperezas, te pones de novio, te chamuyas (conquistas) una mina (mujer), te arreglas con un amigo, etc.
En otras ciudades se socializa de otra manera. En París, por ejemplo, si quieres verte con un amigo lo invitas a tu casa, no vas al bar o a la cafetería, en cambio, en Italia toman café al paso, el ristretto (café expreso) se lo toman y se van. En Brasil tampoco acostumbran tomar café como lo hacemos nosotros. Allá cuando uno pide un café te contestan “no, solamente café de la mañana”.
Estimados lectores, no podrán negar que al leer las primeras líneas de este tango que les obsequiamos a continuación, éste no les contagiará su popular melodía y que inmediatamente van a acompañar la lectura con su canto?
Ah! Algo más: de seguro saldrán corriendo a seguir leyéndonos en un Café!
“EL ÚLTIMO CAFÉ”
Llega tu recuerdo en torbellino,
vuelve en el otoño a atardecer
miro la garúa, y mientras miro,
gira la cuchara de café.
El último café
que tus labios con frío,
pidieron esa vez
con la voz de un suspiro.
Recuerdo tu desdén,
te evoco sin razón,
te escucho sin que estés.
“Lo nuestro terminó”,
dijiste en un adiós
de azúcar y de hiel...
¡Lo mismo que el café,
que el amor, que el olvido!
Que el vértigo final
de un rencor sin porqué...
Y allí, con tu impiedad,
me vi morir de pie,
medí tu vanidad
y entonces comprendí mi soledad
sin para qué...
Llovía y te ofrecí,
¡el último café!
Julio Sosa