
José "Pepe" Mujica, el icónico dirigente de la izquierda uruguaya, ha expresado su último deseo: que sus restos sean cremados y esparcidos en el patio de su querida chacra en Rincón del Cerro, junto a los de su fiel compañera, su perra Manuela.
Con la sencillez y autenticidad que lo caracterizan, Mujica reveló este deseo en una entrevista reciente, reafirmando el profundo vínculo que lo unía a su hogar y a su perra de tres patas. "Mi futuro destino está abajo de ese escollo, donde está enterrada Manuela. Cuando me muera, me van a quemar y me van a enterrar ahí", declaró.
Manuela, una perra que acompañó a Mujica durante años, se convirtió en un símbolo de su vida austera y cercana a la naturaleza. Su presencia en la chacra, el lugar donde el expresidente cultivaba flores y hortalizas, era constante. La imagen de Mujica junto a Manuela, con su particular andar de tres patas, se convirtió en una estampa familiar para muchos uruguayos.
El deseo de Mujica de descansar junto a Manuela en su chacra refleja su profunda conexión con la tierra y su rechazo a los formalismos. Su chacra, más que una propiedad, representa un refugio, un espacio de paz y sencillez donde el exmandatario encuentra sosiego.
Este último deseo de Mujica, lejos de ser una excentricidad, es una manifestación de su filosofía de vida, basada en la humildad, la cercanía a la naturaleza y el amor por los animales. Un legado que perdurará en la memoria de quienes lo admiran.