En el exótico Challenger de Ruanda, Marco Trungelliti (N° 208) se consagró campeón tras dos semanas en las que fue protagonista en los eventos organizados en la ciudad de Kigali.
Después de haber sido subcampeón la semana pasada en Kigali I, esta vez el oriundo de Santiago del Estero se tomó revancha.
Con parciales de 6-4 y 6-2 derrotó al francés Clement Tabur y ganó su primer título Challenger en cinco años. La última victoria del argentino en esta categoría había sido en Florencia 2019.
Tras la victoria ante Tabur, Trungelliti emocionó a todos con un festejo muy especial. Es que el argentino había viajado a Ruanda junto a su familia, celebrando el título de Kigali abrazando a su madre una vez consumado el partido.
Marco, en este viaje, le cumplió el sueño a su madre de conocer África.
Gracias a este triunfo, el argentino de 34 años vuelve virtualmente al Top 200. Además, se transformó en el segundo jugador albiceleste de 34 años o más en ganar un título Challenger, junto a Carlos Berlocq.
Un desahogo
“Ya estaba necesitando un título desde hacía bastante. Precisaba tener una alegría fuerte. No ganar hubiese significado un fracaso, aunque suene pedante. Necesitaba quebrar la mala racha de finales perdidas. Se empezaba a hacer un poco pesado. No quería pensar ni cuántas finales llevaba... Necesitaba salir del ahogo”, reconoció Trungelliti.
“Necesitaba cambiar mis retos, hablar de objetivos más relevantes y no de supervivencia. Ahora ya me aseguré entrar en las clasificaciones de Roland Garros y Wimbledon, lo cual es muy bueno. No siento que jugué de manera increíble, pero sí a nivel mental fue de lo mejor: nunca había hecho final en dos semanas seguidas. Es un buen golpe a la confianza, para saber que se puede. Mi mayor mérito fue el mental, que fue siempre mi problemita: en un mismo partido volaba a Hawaii y volvía (risas). Acá se dio todo bien: teníamos muchas ganas de conocer la cultura desde el primer momento, todo fluyó y me sentí estable”, acotó el santiagueño.
Respecto del emotivo abrazo que se dio con su mamá, Susana, Marco reveló: “No me largué a llorar porque me daba vergüenza, no quería soltar el llanto, pero fue hermoso tenerla ahí. Después del partido llamé a mi entrenador (Albert Portas) y le dije: ‘Estás en la cuerda floja; mi vieja me dio muy buenas indicaciones’. Se moría de risa”, aportó Trungelliti.
En el final, el santiagueño recordó a su abuela, Lela, que en 2018 se había hecho popular en el mundo del tenis por haber acompañado a Marco en el viaje de diez horas en auto desde Barcelona a París, a Roland Garros. Lela falleció en noviembre pasado. “El último título había sido con ella... Así que este trofeo es emocionante desde todos los costados”, cerró.