Sin pantalla gigante para ver la final de la Copa Libertadores ante Fluminense por decisión de las autoridades policiales del estado de Río de Janeiro que responden al gobernador Claudio Castro, un aliado del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, decenas de miles de hinchas de Boca Juniors se congregaron en los bares de de la costa y del interior del barrio de la playa de Copacabana.
El interrogante durante toda la jornada para los más de 100 mil argentinos que deambulan por Río de Janeiro era poder ver el partido en una pantalla gigante, pero el intendente Eduardo Paes, quien había anunciado una pantalla gigante en el sambódromo para los argentinos, retrocedió y por recomendación policial ese plan naufragó.
El Sambódromo está siendo usado como estacionamiento para ómnibus y vehículos de todo tipo de de hinchas argentinos, bajo un severo cordón policial.
"No lo han logrado implementar, por lo tanto no hay un lugar específico. Intentamos hasta último", dijo a Télam un portavoz de la embajada argentina en Brasil.
El consulado argentino en Río de Janeiro y el embajador Daniel Scioli habían intentando colocar una pantalla gigante en algún lugar de la ciudad para permitir a los argentinos sin entradas concentrarse en un lugar para ver el partido.
La opción del Sambódromo fue descartada porque queda a 2 kilómetros de la plaza central Cinelandia, donde la intendencia de Río le cedió el espacio público a Fluminense para que sus hinchas sigan el partido en una pantalla gigante.
Así, los hinchas volvieron a Copacabana, el barrio del histórico banderazo realizado ayer, con miles de personas frente al mar.
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