Algunos estudiantes que cursan el último año del nivel Secundario comenzaron a lucir sus camperas de egresados por las calles de la ciudad Capital.
El equipo de Nuevo Diario, atento a esta situación, recorrió comercios dedicados a la venta de esta tradicional indumentaria.
Leandro Carabajal, encargado de ventas, comentó que “es un producto que no se ha dejado de comercializar”, a pesar del contexto inflacionario que atraviesa el país; no obstante, observó que “las mamás intentan meterse y modificar” las prendas para que su costo sea más económico (quitar detalles complejos que generan un “extra”, por ejemplo).
Silvina Auad, dueña de otro local consultado, se refirió a la variación de precios conforme al 2023: “Hemos experimentado un aumento de aproximadamente el 100%, lo cual es moderado en relación con la inflación anual”.
“La venta ha mantenido su estabilidad, incluso durante la pandemia. En esta temporada hemos observado una tendencia hacia prendas más minimalistas, con menos detalles, y preferencia por estampados en lugar de bordados, lo que repercute directamente en la disminución del costo y el precio final”, complementó la entrevistada en consonaría con lo mencionado por Carabajal.
Ambos coincidieron en que las familias optan por iniciar a pagar las prendas con varios meses de anticipación. “Los chicos quieren contratar con tiempo para ayudar a los papás en lo que es el gasto”, afirmó Carabajal, quien recordó que una campera costaba, aproximadamente, $16.000 hace un año (hoy tiene un valor base de $60.000).
Auad aportó: “Este enfoque no solo alivia la economía familiar de los estudiantes, sino que también garantiza la entrega a tiempo del producto. Logramos la conformidad de los padres en el momento del pago, ya que la tranquilidad la tienen garantizada por los años de experiencia que nos avalan”.
