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Opinión #Opinión

Ciudadana de a pie

Quisiera que este artículo sea más alentador; pero debo decirles que la educación de cada argentino ha llegado a un quiebre inaceptable.

Hace ya unos años que todos podíamos vaticinar que pasar por la escuela o la universidad no te convertían en una persona “educada”; pero hoy debo decirles que los modales y costumbres de gran parte de la sociedad, aquella de “la educación comienza por casa” tampoco alcanza.

 

Paso a describir un día normal para nosotros, ciudadanos de a pie.

 

La mayor parte de la sociedad tuvimos que empezar (y algunos seguir) con un trabajo en relación de dependencia, muchas veces no registrado. Todos sabemos por qué los dueños de algunos comercios toman a personas bajo esa modalidad, y todos conocemos que si el empleado no acepta esa condición, no come.

 

Trabajé muchos años en el barrio de Flores. Vivía en Once y me tomaba todos los días el colectivo n° 99. En horario pico el viaje dura casi una hora y en ese tiempo una podía observar claramente la falta de instrucción en cada persona. La foto era la siguiente: un hombre que no le otorgaba el asiento a una dama, jóvenes sentados que se aislaban en sus audífonos al lado de adultos mayores que evidenciaban la necesidad de sentarse y ni hablar de las embarazadas que viajaban paradas. Situaciones repugnantes combinadas con la velocidad del chofer de turno. ¿Cuándo era EL día de suerte? Cuando bajabas del transporte público y agradecías al cielo que un motochorro no te había sustraído el celular o la cartera desde la ventanilla del colectivo.

 

La jornada terminaba a la tarde, llegando al edificio de mi casa cargada de bolsas de la verdulería donde me encontraba con el encargado que se quedaba sentado en su silla observando, cómo hacía malabarismos para encontrar la llave correcta para ingresar. Debo confesar que era indignante. ¿Dónde quedaron los buenos modales? Es un acto de cortesía que cualquier persona ayude a otra tanto para abrir la puerta como con las bolsas. Y es un acto de brutal mala educación que un hombre no ayude a una dama. 

 

En la actualidad estos usos y costumbres sólo se pueden generar a través de la tan conocida “propina”. Señores, esto es educación, cortesía y gentileza. No tiene que existir dinero de por medio. 

 

Otra gran población es la de choferes de taxis donde sucede lo mismo, son muy pocos lo que te ayudan con una valija y contados con la mano aquellos que te abren o cierran la puerta del móvil.

 

En la “alta sociedad” (o “alta suciedad” como la llaman algunos escritores) se puede evidenciar esta falta gentileza o llamémoslo civilidad, cuando una persona necesita un puesto de trabajo y solicita ayuda a un empresario o funcionario y el mismo responde: “No tengo a quien llamar”, o tal vez “Veo que puedo hacer” cuando dispone de grandes estructuras o sus amigos son líderes en los negocios o la política. Ni pretender que te respondan un llamado o mensaje si no pertenecés a un grupo reconocido. ¿Debería recordales que no devolver un llamado o responder un mensaje de texto es de mala educación? 

 

Me ha tocado ver repetidamente estas actitudes y sinceramente me da mucha bronca cuando tratan de maleducados o de analfabetos a personas de bajos ingresos, como si la educación fuese privativa de una clase sola social.

 

También me duele de esta Argentina la indiferencia de los conductores de automóviles que estacionan donde hay rampas para avanzar con sillas de ruedas o más aún los consorcios de edificios que no quieren “gastar” en hacer una. Una persona con (mejores) capacidades diferentes es parte de la sociedad y se merece transitar libremente por su ciudad como cualquier ciudadano.

 

Hay muchos movimientos que buscan construir una sociedad mejor pero aún hay un camino largo por recorrer antes de lograr el equilibrio que refleje una mejor realidad de nuestra sociedad.

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