Si nos juntamos con aquellos amigos con los que compartimos el colegio primario, luego de haber transcurrido 30 años y dentro del encuentro indagamos sobre la vida que tuvo cada uno, seguramente encontraremos historias personales y resultados muy diferentes en términos de crecimiento humano, profesional, laboral y económico.
Algunos luego de terminar la primaria posiblemente tuvieron que salir a trabajar, otros lograron concluir la secundaria y otros posiblemente la universidad. Un grupo estará como trabajadores independientes, otros en relación de dependencia, una parte ejercerá su profesión y otra no, algunos serán comerciantes o empresarios.
Claramente, el crecimiento económico o no respecto de cada uno de los miembros del grupo de amigos, dependerá de las decisiones que tomen y de las circunstancias de vida que les tocó vivir en forma particular.
No obstante ello, hay algunas generalidades que podemos establecer cuando estudiamos algunos fenómenos a nivel social. Por ejemplo, desde la economía se ha investigado este tema y un resultado interesante de estos estudios revela que la gente que mayores niveles educativos alcanzó, logra tener en promedio ingresos más altos que aquellos con menores niveles educativos.
Esto significa que el mercado laboral de alguna forma está premiando a los que decidieron estudiar, permitiendo generalmente que logren obtener ingresos más elevados.
Cuidado, no significa que sea aplicable para todos los casos, por eso mencionamos que son resultados generales y siempre existen excepciones. Evidentemente no hay un solo camino ni mucho menos, respecto de la forma en que podemos desarrollarnos. Y debemos tener presente que no sólo es la educación formal la que influye.
En el caso de los países y generalizando algunos elementos para poder estudiarlas, encontramos que uno de los principales factores que contribuye al crecimiento es, justamente, la educación.
Primero debemos aclarar qué significa y cómo se mide para determinar si un país crece o no. Para ello utilizamos el Producto Bruto Interno que es la medida de uso más generalizado. El mismo nos indica cuál es el valor en pesos, dólares, o la moneda en que se quiera mostrarlo, de todos los bienes y servicios que se producen dentro de un país en un momento de tiempo determinado. Y luego se expresa en términos per cápita, o sea el Producto Bruto interno dividido en la población total del país (Grosso modo, cuánto produce en promedio cada individuo). Por ejemplo: si el Producto Bruto Interno de un país es de 1.000 dólares y ese país tiene 200 habitantes, el producto bruto interno per cápita es de 5 dólares (dividimos 1.000 dólares en los 200 habitantes).
Que un país crezca a lo largo de los años se ve reflejado en el crecimiento de su Producto Bruto Interno Per Cápita.
Uno de los principales motores que tiene una nación para desarrollarse es la educación que adquiere su población. Esta educación generalmente conlleva a una mejora en el desarrollo de las habilidades personales, generando eficiencia y productividad en las diferentes actividades que se realizan.
Además, se genera un mayor conocimiento en diversas áreas, lo que permite que se investiguen y generen nuevos desarrollos que favorecen a muchos sectores como es el caso del científico, tecnológico e industrial entre otros.
La educación también genera un efecto expansivo de conocimientos y productividad sobre el resto de la sociedad, pues quienes aprenden algo, de alguna forma lo transmiten en parte al resto de la población generando beneficios no sólo personales; sino en su entorno.
Por otro lado, mientras mayor sea el nivel educativo, más calidad educativa demandarán los individuos y la sociedad.
Los retornos de la inversión en educación se alcanzan luego de al menos 25 años, aproximadamente. No son palpables en forma inmediata, sin embargo, tienen sus frutos para el crecimiento personal y social de una nación.
Es por eso que muchos gobiernos tienen la tentación de no invertir lo necesario, pues estos retornos no son de corto plazo y se contrapone lo urgente con lo importante.
