Este no es un artículo orientado a profesar una defensa dogmática al valor del producto de la contabilidad. El título y ciertamente el hecho de que sea contador público pueden hacerlo pensar lo antes señalado, pero permítame invitarlo a un viaje que, espero, lo anime a pensar el verdadero uso (o mejor dicho, lo que debe pedir) de la información financiera que produce su negocio. No voy a robarle mucho tiempo, voy directo al grano.
La empresa de tipo familiar es una realidad en la República Argentina. Incluso aquellas que están organizadas en forma de sociedades de capital, en la realidad operativa diaria, permiten observar un fuerte vínculo personal tanto en la tenencia del capital como en la dirección y conducción de los negocios diarios. Adicionalmente, en este tipo de empresas, de contar con un sector administrativo, se orientan a captar hechos económicos y a ingresarlos en un sistema preferentemente orientado al cumplimiento de obligaciones fiscales.
A esta realidad debemos sumar que la relación o vínculo que la empresa familiar tipo sostiene con su asesor contable habitual, se resume al trato necesario para dar cumplimiento a un sinnúmero de obligaciones formales y materiales ante diferentes autoridades fiscales (Nación, Provincia y Municipios). La realidad compleja a nivel económico, financiero y fiscal absorbe a todos los participantes en la realización de tareas de bajo valor agregado y sin otro rumbo cierto que no sea el cumplimiento del próximo vencimiento fiscal.
Ahora bien: ¿Se sometería usted a una operación médica sin realizar los estudios previos recomendados?, ¿Admitiría usted una intervención técnico-mecánica en su automotor sin conectarlo previamente a la computadora que permita diagnosticar el mismo?, ¿Compraría usted una nueva memoria RAM para su ordenador sin conocer las especificaciones técnicas de este? Si la respuesta a las preguntas antes dadas es “no”, entonces:
¿Por qué habría de tomar una decisión de carácter financiero o económico sin diagnosticar su empresa?
Todos los días toma decisiones en su empresa, dado que periódicamente determina precios, trabaja sobre el nivel de créditos que puede sostener y deudas que decide soportar, decide sobre su mezcla de productos y servicios así como sobre los recursos que utilizará, entre otras decisiones.
¡Todos los días toca las medidas de rentabilidad y solvencia de su empresa!
La información financiera se nutre de los mismos datos que utiliza para dar cumplimiento a sus obligaciones fiscales, pero demanda un trabajo adicional. En un contexto como el que nos ofrece la República Argentina, donde no existe un parámetro de medición fiable en vista del deterioro sistemático del valor del dinero, en el cual la escasez de fondos para el giro de su negocio puede encontrarlo el próximo Lunes (cuando la cobranza programada no se efectivice o se cancele el adelanto financiero esperado a recibir), será necesario disponer información de manera periódica y ajustada por inflación compilada de manera inteligible, sobre la base de indicadores clave de su negocio y que permitan monitorear el efecto en sus estados patrimoniales de la decisión que deberá tomar en un contexto de crisis.
Un negocio, una empresa, un emprendimiento o un estudio profesional pueden ser comprendidos como el conjunto de las relaciones que cotidianamente se desarrollan o bien como la relación entre los diferentes componentes de la información financiera. Esta segunda visión ofrece una comprensión despersonalizada y objetiva.
En el contexto económico actual, será recomendable trabajar en incorporar herramientas que permitan mantener un diálogo común con su asesor contable de manera de elevar la interacción desde el actual punto de compilación anual de información financiera y cumplimiento fiscal periódico hacia un estado de rendición de información periódica, ajustada por inflación, sobre la base de índices de rendimiento y solvencia previamente acordados y que disparen las alertas que requiere su negocio.
Es un “secreto a voces” que el empresario PyME argentino no considera la información financiera para la toma de decisiones. Propongo que, como profesionales en Ciencias Económicas, somos quienes debemos orientar la conciencia del empresario, del emprendedor y del profesional argentino en la importancia y diálogo común para la información que de su contexto procede. Para este objetivo se necesita que usted, estimado lector, desee saber de que se trata todo esto y nos animemos todos a medir la riqueza generada en términos reales (netos del flagelo inflacionario).
De lo dicho, lo invito a consultar sobre disponibilidad (y trabajar en consecuencia) de información comparativa mes a mes o, cuanto mucho, trimestre a trimestre (información que debe estar actualizada por inflación a la fecha de toma de decisiones), sobre medidas de rendimiento y liquidez preparadas para su empresa, sobre una matriz de rendición periódica resumida con fines al trabajo cotidiano y sobre medidas de salud económica y financiera de su negocio basadas en un contexto inestable como el que actualmente vivimos.
*Perfil: Sergio Carbone: Contador público (UBA). Autor de libros y artículos de la especialidad. Profesor colaborador universitario. Disertante en cursos y tutorías de especialización.
