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Especiales Historia

SAN MARTÍN Los valores en las tres etapas de la vida del Padre de la Patria

Según la Magister Fabiana Mastrángelo en su libro ???Valores humanos de José de San Martín. Su misión americana???, el propio San Martín distingue tres etapas en su existencia: ???Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles; mi edad media, al de mi patria; y tengo el derecho de disponer de mi vejez???.

1778 – 1811Los primeros años de la vida de José de San Martín transcurrieron junto a su familia en su tierra natal: desde 1778 hasta 1781 en Yapeyú y desde 1781 hasta 1783 en Buenos Aires.

Hacia 1784 estaba ya instalado en España junto a sus padres y hermanos, porque el padre fue nombrado Agregado Mayor al Regimiento de Málaga.

En 1789 se inició la formación militar de San Martín en el Regimiento de Murcia. En 1791 intervino por primera vez, a los trece años de edad, en el ejército español combatiendo con valor y lealtad contra los enemigos de España: los moros en África, los franceses en el Rosellón, los portugueses, los ingleses en el Mediterráneo y, finalmente, el ejército napoleónico.

En esta etapa, San Martín se formó en la conciencia del deber y de la responsabilidad. Otro dato que puede ilustrar esta afirmación es el hecho de que, cuando la Junta de Sevilla decidió nombrarlo Ayudante General de su ejército, se informó sobre su dificultad de salud pero, como era muy buen oficial, digno de toda consideración, lo agregaron a la Junta de Inspección Militar eximiéndolo de estar en el frente. San Martín renegó de esta consideración y respondió: “La respiración me permite viajar y deseo con ansia volver a la defensa de la actual causa”. El general que lo recomendaba escribió: “Es un sujeto que puede ser útil en cualquier destino“.

La actitud de nuestro Libertador fue poner distancia de ciertas circunstancias –en este caso, la enfermedad–, no dejarse abatir por ellas y tener las suficientes fuerzas para cumplir responsablemente con su deber.

Después de servir como soldado español combatiendo por mar, por tierra, a pie, a caballo, en campo abierto y dentro de murallas, San Martín descubrió su misión libertadora.

 

1811 - 1822El segundo ciclo de la vida de San Martín se inicia en 1811 con el regreso a su patria natal y abarca toda su misión americana hasta su renuncia a la conducción del ejército y a su vida pública en 1822 en Guayaquil.

En esta etapa refleja la ética del servicio, aplicando valores creativos y vivenciales. Una de las primeras acciones que lo unió con la sociedad fue la creación de la Logia Lautaro en 1812, cuyo principal objetivo era la independencia americana. Según afirmaciones de Bartolomé Mitre: “El fin de esta sociedad secreta era trabajar con sistema y plan en la independencia de América y su felicidad, obrando con honor y procediendo con justicia”.

Los valores de creación se vieron aplicados también en la formación del Regimiento de Granaderos a Caballo: era necesario educar a hombres en la disciplina, en técnicas militares, en la conciencia del deber y en la lucha por un ideal trascendente.

La primera demostración de la preparación de sus hombres se remonta a la revolución del 8 de octubre de 1812, cuando participó en la destitución del Primer Triunvirato y en la creación de un gobierno que se comprometiera a declarar la tan ansiada independencia. Así se creó el Segundo Triunvirato. San Martín contó entonces con el Regimiento de Granaderos a Caballo, un regimiento disciplinado y de gran respuesta a su mando, que volvió a demostrar igual disciplina, patriotismo y preparación militar en su bautismo de fuego el 3 de febrero de 1813 en San Lorenzo.

La labor educativa de nuestro máximo prócer fue posible porque había experimentado en sí mismo la disciplina, la obediencia, la responsabilidad y la conciencia del deber adquiridas en la primera etapa de su vida, y había cumplido con el mandato interior de ser hombre consciente y responsable y de luchar por la libertad de su pueblo. Esos valores y actitudes trasmitidos a otros seres humanos se pusieron de manifiesto en la creación del glorioso Ejército de los Andes.

Al crear estos dos grupos (el Regimiento de Granaderos a Caballo y el Ejército de los Andes) formó al espíritu criollo en ideales y actitudes que trascienden los intereses personales y sectoriales y encauzan la acción por el camino de la libertad, siendo él el primer ejemplo a mostrar.

 

1822 – 1850El tercer ciclo de la vida de nuestro Libertador se inicia con la entrevista con Bolívar en Guayaquil en 1822 y continúa durante su exilio voluntario en Europa hasta finalizar con su fallecimiento en 1850.

Para culminar su campaña en el Perú, San Martín necesitaba apoyo material de Buenos Aires. Su ejército estaba desmoralizado y sin fuerzas físicas después de tantos años de lucha. A pesar de eso, auxilió al Mariscal Antonio Sucre con una división de mil hombres con los cuales venció al enemigo en Pichincha. El gobierno de Buenos Aires le denegó el pedido de ayuda aludiendo que las guerras internas no hacían posible satisfacerlo. San Martín buscó otra alternativa y decidió entrevistarse con Bolívar. Lo hizo el 26 de julio de 1822, pero no hubo acuerdo.

El Libertador del Norte venía victorioso de Boyacá y Carabobo, y contaba con el apoyo y los recursos de los gobiernos de la Gran Colombia. Nuestro Libertador, en cambio, estaba en inferioridad de condiciones por no contar con apoyo alguno.

El venezolano se negó a compartir la conducción y a aceptar a San Martín como su segundo (ofrecimiento que le había expresado nuestro Libertador). Ante esta situación, San Martín no quiso poner en riesgo todos los triunfos logrados ni tampoco ser un obstáculo para que Bolívar se trasladara con su ejército al Perú a terminar la campaña; decidió entregar el ejército y el poder, expresando con este gesto su ética de la responsabilidad. Se retiró en el momento oportuno para que Bolívar pudiera continuar con la misión americana.

Nuestro Gran Capitán de los Andes respondió con adecuada, consciente y despersonalizada actitud ante una situación inmodificable. Tuvo la sabiduría de renuncia y de no competir por ambiciones militares, políticas ni personales. Hizo un uso responsable del poder.

De regreso a la Argentina, se apartó de los intereses sectoriales y de las divisiones políticas. Esta actitud de desapego por el poder ennoblece y libera su ser. Así, formó en el ámbito americano un arquetipo de hombre nuevo que desafía al destino y cumple una misión interior y una misión exterior. Los americanos, en especial los argentinos, somos depositarios de su ejemplo y de este arquetipo de hombre.

Su labor de educador de almas y su sentido del deber y de responsabilidad por la libertad de América permanecen como huellas indelebles en sus conductas. No hubo descanso en su alma inquieta: desde Europa, en silencio, realizó gestiones diplomáticas para afianzar la independencia de estas tierras.

En este libro, Fabiana Mastrángelo refleja perfectamente los valores humanos que nos legó nuestro Libertador y nos hace reflexionar sobre los valores que debemos rescatar en estos tiempos.

 

Esta reseña es una colaboración de José Olivieri, Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de La Banda ([email protected]).

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