Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Especiales Historia

SAN MARTÍN Y LA EDUCACI??N

???La ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos???. José de San Martín

La imprenta solicitada

Cuando San Martín se hallaba en Mendoza organizando su glorioso Ejército de los Andes, solicitó al director supremo Juan Martín de Pueyrredón que le enviase una imprenta para estampar proclamas y boletines. Al acceder al pedido, en carta del 18 de noviembre de 1816, Pueyrredón expresaba: “Con la pólvora que saldrá dentro de ocho días, irá también la imprenta que me pidiera en su carta anterior; dicha imprenta sólo debe ser usada al servicio del ejército exclusivamente y no para el uso de los doctores”.

Con la imprenta llegaba también una prensa chica, cincuenta resmas de papel, dos cajas de composición, un barrilito de tinta y ochocientas libras de tipo. El 14 de diciembre de ese año, San Martín acusaba recibo.

Sin embargo, la imprenta no pudo cruzar la cordillera con el ejército pues los impresores que debían manejarla no habían llegado a tiempo. Gracias a esa situación, el 16 de febrero de 1817 el gobernador intendente de Cuyo Toribio Luzuriaga logró estampar el primer impreso que circuló en Mendoza, donde daba a conocer al pueblo la victoria de Chacabuco.

El 26 de febrero de 1817 llegaban a Mendoza los impresores, don Manuel González y Ramón Astorga, quienes de inmediato se dirigieron a Chile para hacerse cargo de la imprenta que pondría en difusión la actividad del Ejército y de su nuevo gobierno patriota e informaría las nuevas órdenes a los distintos organismos gubernamentales y escuelas.

 

A Buenos Aires, con sus libros

En su traslado de Europa a Buenos Aires en 1811, el Capitán de los Andes trajo consigo su biblioteca (o “librería”, como él la llamaba). Cuando fue nombrado Gobernador de Cuyo en 1814, mandó a traer todos sus libros a Mendoza. Al disponerse a cruzar la cordillera, hizo encajonar todos sus ejemplares, se los llevó a Chile y los depositó en Santiago.

San Martín no se separaría nunca de sus libros. Su pensamiento de liberar a los pueblos del fierro español llevaba paralelamente la idea de crear bibliotecas y escuelas, porque sabía que los españoles le habían quitado el derecho de saber a los criollos, que solo tenían acceso a la literatura ordenada por el reinado de España.

Describir los distintos ejemplares que incluía la biblioteca de nuestro General sería un trabajo para varios artículos.

 

La Biblioteca Nacional de Chile

Luego del triunfo de Chacabuco, el gobierno chileno le otorgó diez mil pesos en retribución por sus servicios a esa patria, dinero que nuestro General donó para que se pudiera reabrir la Biblioteca Nacional de ese país, que se mantenía cerrada desde 1814 por decisión de las autoridades españolas. También donó gran parte de sus libros a dicha biblioteca.

 

La Biblioteca Nacional del Perú

Ya instalado como Protector del Perú, el 28 de agosto de 1821 decretó la instalación de la Biblioteca Nacional de ese país. Estaba convencido de que el gobierno español pensaba que la ignorancia era la columna más firme del despotismo y había puesto trabas a las ilustraciones del americano manteniendo encadenado su pensamiento para impedir que conociera su propia dignidad.

El 17 de septiembre de 1822, en Lima, San Martín inauguró la biblioteca, a la cual había donado gran cantidad de sus libros. En uno de los párrafos de su discurso dijo: “La biblioteca es destinada a la ilustración universal, y es más poderosa que nuestro ejércitos para sostener nuestra independencia”.

Cabe recordar aquí aquella triste noticia de que en el incendio soportado por la Biblioteca Nacional del Perú en 1943, de los seiscientos volúmenes que había donado el general San Martín en 1821 solo fueron salvados siete, que contienen su firma y su ex libris [sello o estampilla que indica quien es el propietario de un libro].

 

Una revolución educativa

Como Protector del Perú, varias fueron las órdenes que dictó para todos los establecimientos educativos, tales como la enseñanza obligatoria de las primeras letras, la incorporación de las lenguas vivas y la instalación de una biblioteca en cada escuela. En todos los conventos regulares existentes en el territorio del Perú ordenó incorporar una escuela gratuita de primeras letras y los prelados tendrían la obligación de hacer un curso para enseñar a sus alumnos. Los docentes debían concurrir a capacitaciones extras cuando el ministerio lo exigiese.

El 23 de febrero de 1822, en el decreto que imponía estas renovaciones educativas, San Martín decía: “La prosperidad de los pueblos está en razón de las verdades que conocen y no de las ideas que adquieren: en los tiempos de agitación, así como en la tranquilidad, las desgracias nacen de la ignorancia de ciertas verdades, que por falta de medios para difundirlas, no solo carece de ellas el pueblo, sino que confunde las nociones inexactas que recibe...”

 

Educación y sociedad

Cómo le preocuparía la cultura del pueblo a nuestro Libertador que, el 17 de octubre de 1815 —mientras era Gobernador Intendente de Cuyo y formaba su Ejército para el cruce de los Andes— desde el Plumerillo envió una circular a todos los preceptores de las escuelas públicas que, en parte, decía: “La libertad de los pueblos libres es aun despreciada por los siervos porque no la conocen. Nosotros palpamos con dolor esta verdad. La independencia americana habría sido obra de momentos si la educación española no hubiera enervado [debilitado] la mayor parte nuestro genio. Pero aun hay tiempo, los pobladores del nuevo mundo son susceptibles de las mejores luces. El destino de preceptor de primeras letras que usted ocupa le obliga íntimamente a suministrar estas ideas a los alumnos. Recuerde usted que esos tiernos renuevos dirigidos por manos maestras formarán algún día una nación culta, libre y gloriosa. Para excitar el espíritu patriótico en los niños como en el común de las gentes, cumplirá usted, exactamente desde esta semana y todos los jueves, la superior orden de que las escuelas se formen en la Plaza Mayor a entonar la Canción Nacional. Sin educación no hay sociedad: los hombres que carecen de ella pueden muy bien vivir reunidos, pero sin conocer la extensión de los deberes y derechos que los ligan, en cuya reciprocidad consiste su bienestar“.

También la Biblioteca Nacional en Buenos Aires recibió una donación post mortem. Acompañando una carta del 7 de marzo de 1856, desde París, el yerno del Libertador, don Mariano Balcarce, cumpliendo un deseo de su padre político, enviaba al Director de la biblioteca un baúl con libros que habían pertenecido al Libertador.

“Los gobiernos interesados en el progreso de las letras no deben cuidar solamente de que se multipliquen las escuelas públicas, sino de establecer en ellas el método más fácil y sencillo de enseñanza que, generalizándose por su naturaleza, produzca un completo aprovechamiento y se economice el tiempo necesario para la adquisición de otros conocimientos”. José de San Martín, 14 de septiembre de 1822.

 

Esta reseña es una colaboración de José Olivieri, Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de la Ciudad de La Banda ([email protected]).

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso