Algunas veces es difícil deponer cierto orgullo de consagrados personajes a favor de otros menos conocidos en el mundo del espectáculo.
En este caso quiero hacer referencia a la actitud tomada por Bruno Arias, reconocido cantante jujeño que tiene incorporada en su esencia la idea de ayudar a sus pares, que como decían están surgiendo o en el camino de la música que no es fácil, especialmente en una provincia donde los folcloristas se cuentan por cientos.
Un amigo y profesor de música me contó una vez que en cada barrio santiagueño se encuentran al menos tres familias que son músicos y si uno presta el oído los ensayos son hasta altas horas de la madrugada.
Pues bien a este panorama donde es difícil sobresalir, éste músico norteño, no tiene problema en venir y apoyar con su presencia, sabiendo que es gancho promocional para que el público asista al lugar de la peña o festival.
Que lindo sería que otros músicos santiagueños, que hoy viven en Buenos Aires y que ya son “consagrados” puedan volver al pago a escuchar a estos grupos que la vienen remando desde muy abajo y hasta se pudiera crear una productora donde los más preparados tengan la oportunidad de llegar a la Capital Federal y tomar contacto con quienes les darán alguna mano para seguir creciendo.
No es fácil llegar y mucho menos mantenerse. En octubre y noviembre varios grupos santiagueños están en un club porteño, reservado solo para aquellos que ya tienen algún reconocimiento en Cosquín o Jesús María. Puertas cerradas para los que no tienen un padrino, que los apoye y sostenga.
Mucho menos a la hora de grabar un disco o un simple demo. Toda una aventura, para aquellos que quieren plasmar en una placa sus creaciones musicales. Si antes era difícil hoy lo es mucho más. El camino de la música es un viaje que pocos pueden realizar, que paradoja en una provincia que ha hecho de su música un reconocimiento internacional.
