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La Provincia Relato ciudadano del docente, escritor y periodista ???Tito??? Auat

El dique de Jume Esquina, una ilusión casi centenaria

Tendría una capacidad de 117 hectómetros cúbicos y serviría como regulador de los cauces de los milenarios Dulce y Salado, sus únicos alimentadores.

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Relato ciudadano Crédito: La comunidad de esa zona cuenta con el canal de Jume Esquina.

Jume Esquina, una virtual hibridación quichua-castellana, al igual que otros parajes del departamento Figueroa (Caspi Corral, Vaca Huañuna), para denominar a un paraje de vegetación achaparrada dominada por ese arbusto de escasa envergadura vertical, aunque más extendido, besando la tierra, tan común en la zona (como en otras de la geografía provincial). Dicho en Castilla, simplemente decimos que sería “Esquina del Jume”.

El paraje está ubicado a unos 25 kilómetros de la cabecera departamental, La Cañada, en dirección noreste. Nada significaría si no fuera que en ese enclave había nacido un prominente científico de la psiquiatría, neurología y geriatría, el doctor Enrique Villalba, que desde 1960 lo cooptaron los yanquis, para llevarlo a vivir y desarrollar su ciencia en Ohio.

Como tampoco tendría relevancia alguna si no fuera que tras ese simple nombre “santiagueñizado” tiene latente la posibilidad de que en la vieja laguna sea construido el dique que tiene casi cien años de historia.

 

Comienzo de una ilusión

Transcurría el año 1935, con turbulencias políticas y sociales por las desavenencias de las posturas antagónicas en la Nación.

Por ese tiempo, los lugareños ya hacían sus excursiones de pesca a la vieja laguna de Jume Esquina. Habrían sido de visionarios que vieron la posibilidad de la construcción de un dique que suponían “podría llevar agua hasta La Cañada”. Y hasta para regadíos en la zona. Entonces Antonio J. Auat, Elías, Juan y Abraham Abdala, Roque De Bonis, Maximiliano Arredondo, Primitivo Bernardo, Cándido Di Carlo, Antonio Caro, José Salomón y Juan Barbur, entre otros, encomiendan al “letrado” del pueblo (que no era otro que mi padre, Salim Auat) la redacción de una carta con tinta y pluma fuente, dirigida al entonces gobernador de la provincia, pidiendo por ese dique.

 

Algarabía

La respuesta la obtuvieron al año siguiente, con la leyenda que “el gobierno recibía el pedido con algarabía y que será considerado oportunamente”.

Pasaron los años y ya por 1950, la entonces Agua y Energía finalmente realiza el estudio de prefactibilidad —con resultados positivos— para que luego Carlos Ortiz de Zárate aconsejara la construcción de un canal trasvasador que lleve ese nombre, lo que se concretó a finales de la década del 60. Era el principal alimentador del futuro dique con aguas del río Dulce, como complemento del otro afluente —río La Guardia—, un brazo del río Salado.

Por 1980, habiendo tomado efectiva participación el Consejo Federal de Inversiones, se actualiza el proyecto, el que da ubicación, prevé camino asfaltado desde La Cañada, usina, hostería, camping y otras dependencias.

En esa oportunidad tuve varias informaciones. Ratificaron la prefactibilidad; me entregaron una copia de la nota original de pedido —de 1935— y que de concretarse “sería el dique más barato del mundo”.

Tendría una capacidad de 117 hectómetros cúbicos; serviría como regulador de los cauces de los milenarios Dulce y Salado, sus únicos alimentadores y destinado principalmente a los pobladores del sur de la provincia, en épocas de sequía.

Más o menos dentro de esas justificaciones para su construcción, en 1999 un legislador provincial propuso la formación de una comisión de estudios para una nueva actualización del proyecto y hoy representa ese trabajo lo más conocido que existe al respecto.

 

Por ahí se concreta...

Los figueroenses del sur mantenemos firme la ilusión de contar con esa infraestructura hídrica. Resuena en nuestros oídos aquello de que “sería el dique más barato del mundo”, en clara alusión a la estrecha garganta que hay que dar cierre para embalsar el agua.

Hoy Jume Esquina es sólo un villorio de pocas viviendas y así de pobladores, con esos arbustos que cubren su geografía y que espera que “ese futuro gigante, hoy dormido”, despierte finalmente y que esa ilusión pase a ser una hermosa realidad.

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