Carmen Marín Aguilar, de 72 años, era la presidente de una asociación defensora de animales en el refugio Parque Animal de Torremolinos, en Málaga, España, donde supuestamente cuidaba de mascotas abandonadas por sus dueños.
La mujer decía ser una defensora de las mascotas pero el Juzgado de lo Penal Nº 14 de Málaga condenó a Marín Aguilar a tres años y nueve meses de cárcel por matar a más de 2.000 perros y gatos, entre enero del 2009 y octubre del 2010, además le impuso una multa de 20.900 dólares, al encontrarla culpable de los delitos de maltrato animal doméstico y falsificación de documento.
La sentencia, que fue dada a conocer esta semana y afirma que la mujer inyectaba productos eutanásicos sin sedar antes a los gatos y perros, incluyendo “tanto ejemplares adultos sanos de cualquier raza, como camadas de cachorros o hembras preñadas”.
Marín usaba una dosis de los medicamentos inferior a la recomendada, y aplicaba la inyección en músculos y no por vía intravenosa.
En esta horrorosa tarea la mujer contaba con la ayuda de Felipe Barco Gómez, un empleado de 55 años del refugio, que recibió una pena de un año de cárcel y una multa de 4.000 dólares por su cooperación en la muerte de las mascotas. La pareja desconectaba las cámaras de seguridad cuando mataba a los animales y colocaba música en altavoces para enmascarar los aullidos de las mascotas.
