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Especiales Zoco de la buri buri

El primer baño imaginario de mailín

A mis amigos de la calle. Urquiza primera cuadra.

Qué lindo todo lo que significa tenerlo de nuevo entre nosotros al Gordo Sierra, después de su largo exilio porteño. Muchos años él ha estado lejos de su parque Aguirre y de la lealtad y calidez de leales amigos. Digo, qué lindo todo lo que significa su regreso.

 

Un día menos pensado el Gordo Sierra, bien llamado también Doctor Sierra, dejó su casa, y el patio de su casa y se marchó a Buenos Aires.

Desde chico sabía vivir en la Avenida del Trabajo, segundo nido de Urpila, a la derecha del octavo ocalito, yendo para la Costanera. Digo que un día menos pensado se marchó a Buenos Aires con su oficio en el alma: hacedor y vendedor de empanadas, y así de canasto en canasto, le peleó dignamente a la vida, brindando delicias santiagueñas en la Capifede.

 

Este fin de semana de un septiembre inolvidable, en un lugar determinado de su propio parque aromatizado de niñez, de vida y de ensueños, un grupo muy selecto de amigos preparamos una parrilla magistral para celebrar su regreso a Santiago Manta. En homenaje a su persona que ha sabido tener siempre, sin agachadas dos destacados componentes: ternura e ingenio. Humor santiagueño de primera clase, el humor del Gordo, claro que sí, indiscutiblemente.

 

Alrededor de la parrilla de referencia estuvieron presentes los siguientes valores: los hermanos Stenberg, Kiki Oliva, Gody Carot y compañero, Carlín Carot —hijo—, los hermanos Gramajo, Polilla, Mora Rosenberg, Cholo Seva, la Guegui y la Gorda Gerez y compañero, Pety Márquez, Harry y el Gordo, por supuesto, su hermano cuentista y bailarín, el señor Héctor Sierra y el que suscribe, por supuesto, es muy difícil que yo falte a las reuniones cumbres de la amistad en Santiago del Estero.

 

Dejo por sentado que mi dulce hija Mora, mi pequeña Reinamora ha salado la carne de esta parrilla magistral (un aplauso para ella).

Encima, se nos venía el último mes de septiembre del siglo XX, encima eso, y encima estábamos en el parque, querido… Al Gordo se le resbalaron un par de lágrimas, no era para menos. 

 

En un determinado momento teníamos toda nuestra adolescencia arriba de una mesa, el vino era ritual, mientras el viejo río Dulce se deslizaba serenamente y en perfecto silencio a nuestras espaldas… 4-9-99, para más exactitud. Sin lugar a dudas un día inolvidable, y a la vez muy necesario para confirmar que los reales efectos, aún en tiempos sombríos, permanecen vigentes a pesar del paso prosaico de los años, cuando la amistad es una verdad indisoluble.

 

Puedo asegurar, sin duda alguna, que el momento de mayor júbilo lo ocasionó el Doctor Sierra, cuando se ha puesto a contar acerca de lo que según él, ha sido el primer baño instalado en Mailín. Dice que dice que él había ido a vender empanadas en ocasión de las festividades del Señor de Mailín, no sé en qué año, acompañado de otros tres púgiles y que los mismos púgiles, habían dicho pensando que semejante cantidad de gente en una localidad tan pequeña, ahí presente por razones de devoción (mundo mágico, maravilloso y milagroso, al decir de los intelectuales estudiosos), no había ni un baño.

 

Entonces alguno de ellos había dicho: “Aquí en las festividades del Santo, el que ponga un baño se vuelve millonario”; bueno, les digo yo había dicho el Gordo Sierra, cincuenta, sesenta mil personas  y ningún baño, negocio redondo, ¿quién va a cavar? ¿quién va a traer el ancoche? Bueno, yo voy a cavar y ustedes traigan el ancoche para calzar el pozo. Obra terminada y tapado el baño con lona, el Doctor Sierra había quedado como administrador de dicho baño por dos o tres días, mientras los otros supuestamente socios se habían ido a rebuscarse en otra cosa.

 

Cuando vuelven le preguntan al Gordo ¿y Gordo, cuánto has hecho?, 20 pesos les contesta el susodicho.¿20 pesos nomás has hecho con semejante cantidad de gente para un solo baño? A ver, traé una linterna, dice que había dicho uno, y alumbra el pozo y después exclama, ¡20 pesos nomás has hecho  con semejante cantidad de aca que hay ahí adentro, Gordo canchero…!

Gordo, vos te estás pasando de vivo…

 

Si algún santiagueño está en condiciones de opinar que este baño no ha sido el primer baño de Mailín, que opine, pero que lo haga con fundamento, de no ser así queda declarado históricamente que lo construido por el Doctor Sierra representa el primer baño del pueblo de Mailín, inaugurado en una de las tantas festividades del Señor del mismo nombre, por obra y gracia de una admirable visión económica de unos fieles peregrinos. Y que además, el nombre del Gordo Sierra debería estar incluido entre los grandes promotores o pioneros de la espiritualidad popular de la provincia de Santiago del Estero.

 

Si bien, es sabido de antemano que la historia oficial no va a incluir este mérito en sus sacrosantos compendios, sirva esta transcripción de relato para que futuras generaciones venideras, sepan a ciencia cierta quién es quién en la benemérita ciudad de Santiago del Estero. 

 

 

JORGE ROSENBERG

“La Verdadera” 

2004

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