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Qué se juegan Diego Martínez y Martín Demichelis en el Boca - River

El Superclásico será una parada decisiva para ambos entrenadores, que saben que este resultado puede ser bisagra. Si bien una derrota no sería determinante, los dejaría tambaleando.

Se dieron todos los resultados que se tenía que dar, tanto el lunes en la definición de la Zona A como el martes en la de la Zona B, para que el domingo, en principio, en Córdoba, Boca y River se midan por los cuartos de final de la Copa de la Liga. Siempre que se encuentran en el camino hay mucho en juego; siempre alguien sale fortalecido y otro golpeado; son los enviones emocionales o bien las heridas de guerra que deja el partido más importante del fútbol argentino. Y si hablamos de un mata-mata, muchísimo más, sobre todo para Diego Martínez y Martín Demichelis.

Con apenas un poco más de cuatro meses capitaneando el barco azul y oro, a DM se le presenta la prueba de fuego más contundente. No será su primer Súper (empate 1-1 en el Monumental por la Liga Profesional), pero sí que será diferente: acá no hay margen de error, no hay tiempo para recuperarse, porque una derrota implica un despedida prematura.

Es atinado decir que, si bien no será determinante para su futuro dado que es un proyecto que recién empieza y en el que Juan Román Riquelme confía a pleno (por eso lo fue a buscar con tanto énfasis a pesar de que estaba dirigiendo a Huracán), lo que pase en Córdoba puede ser un punto bisagra: un trampolín o un cimbronazo del que le costará levantarse.

Por el lado de Núñez, Demichelis camina una ruta distinta, pero que lleva a un destino similar. El DT, cuestionado por un sector de los hinchas y con algunas decisiones tácticas que lo pusieron bajo la lupa, sabe que un duelo de eliminación directa contra Boca puede colaborar a mejorar decisivamente esa imagen con los riverplatenses; y también a hacerle crecer una espalda que se fue achicando con el paso del ciclo, que ya tiene más de un año.

Es cierto que en los últimos partidos River levantó, y claro que gracias a eso también se ganó ser el primer clasificado de la Zona A. El equipo llega mejorado y Micho más aplomado, pero todavía sin esa confianza desde el afuera que sí le hacen llegar los dirigentes puertas adentro. Se la puede ganar o, al menos, sumar crédito. En cambio, una eliminación lo dejaría tambaleando y con la necesidad de hacer un papel casi perfecto en la Copa Liberadores.

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