En el mes de la mujer, Yesmín Llebeili, maestra de danzas con más de 25 años de trayectoria, comparte su profunda conexión con la danza, un arte que para ella es mucho más que movimiento: es educación, cultura y, sobre todo, una forma de reivindicación femenina. "Es la educación, la danza a través de los ritmos y lleva muchos años. Porque implica lo cultural, lo histórico y el corazón", afirma con convicción.
La danza es para Yesmín una conexión profunda consigo misma y con la música, donde se siente una mujer plena y reivindicada. "Cuando bailo me siento entre nubes, desde pequeña cuando baile en el colegio, sentía mucho la música. Me siento algo sublime, una mujer reivindicada", comparte emocionada.
A pesar de los prejuicios iniciales, encontró en la danza un espacio para expresar su sensibilidad y empatía, convirtiéndose en un puente entre culturas. "En mi vida la danza guardia un lugar muy especial, primero me costó con los prejuicios,por lo que te vendía el cine de la exposición, el baile árabe era otra cosa, luego entendí que era una reivindicación porque la mujer que baila, que lo expresa con sensibilidad con empatía y que van más allá con el mirar", afirma.
La danza ha sido su maestra de vida, enseñándole a ser empática, paciente y a conectar con la sabiduría de otras culturas. "La danza me enseñó a pararme frente a la vida, el poder relacionarme con los demás, a ser empática, aprendí a ser paciente, a conocer a personas muy sabias en la danza y en la mente, nativos de cada lugar. Me potenció y forjó mi personalidad la danza. Yo no sé qué haría sin la danza", confiesa. Su mayor satisfacción es ver a sus alumnos cumplir sus objetivos a través del baile. "Mi gran satisfacción es que cada persona que entre en la danza pueda cumplir su objetivo", aseguró la maestra.