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La Provincia Desde Italia, entre los primeros inmigrantes, un zapatero instaló el primer negocio en La Banda

Tres generaciones de zapateros: cómo se cuida un legado que sigue vigente [VIDEO]

La historia de Martín Quiroga: su abuelo inició el negocio, luego siguió su padre y ahora él. Sus hijos lo ayudan y quieren continuarlo.

Desde Italia, el abuelo de Martín Quiroga llegó a Buenos Aires primero antes de los años 60’ y de ahí vino a la ciudad de La Banda, tiempo después. Allí puso la primera zapatería, que se llamaba "El argentino”, en pleno centro y así comenzó una historia que hoy en día tiene un fuerte legado de un oficio que le ha dado batalla a muchas crisis. Y hoy en día libra otra mucho más difícil, pero según los actuales dueños de un local en ciudad Capital, “cada día hay más laburo”. Bueno ¿Quién no necesita arreglar sus zapatos en algún momento?

Martín tiene su local en zona céntrica de la ciudad Capital, a metros de la Avenida Belgrano, donde lo ayuda su amigo Carlos Ramírez. Que también es oriundo de Buenos Aires. “Es un oficio que te apasiona, amamos hacer esto, es la única manera de poder hacerlo y tener resultados de calidad”, indicó en diálogo con Nuevo Diario.

En este segmento especial que les presentamos, bajo el título “Oficios con Historia”, el Multimedio va a mostrar pequeños relatos de estos quehaceres y menesteres que para muchos siguen siendo una forma de subsistir y llevar “el pan a sus mesas”. Martín tiene 48 años, está casado y tiene hijos, gemelos de 17 años y un tercero, de 10 años. Los mayores les ayudan en algunos trabajos, el menor tiene incluso su espacio, “su rinconcito” ahí en el taller y su delantal donde “juega” y trabaja a la vez.

El abuelo de Martín luego de haber iniciado su zapatería en La Banda, logró posicionarse como uno de los mejores. Su hijo le siguió los pasos, pero viajó a Buenos Aires, donde vivieron varios años. De su padre, Martín también aprendió muchísimo. “Recuerdo desde que tengo uso de razón ir al taller de mi papá y mirar cómo trabajaba. Es que así empezaron muchos, me parece. Antes no había otra manera de aprender que mirando, y después yo me ponía a jugar y aprendí. Es un legado muy fuerte, con historia”, dijo.

En el 2005 Martín vino a Santiago y se quedó para siempre. Los hermanos de su papá, sus tíos también pusieron sus zapaterías. Sus padres volvieron en 1989 y desde allí ya se quedaron y pusieron la zapatería. Que es la que Martín continuó y hoy en día sostiene, como ese “legado”.

“Son muchos recuerdos que vienen con el taller y ayudando a mi papa. Se trabaja todo el día. Uno va aprendiendo solo, nos dejaba tocar todo, menos las cuchillas, que son muy filosas. Nos dejaba jugar con la máquina, que nos ensuciemos con las pinturas”, rememora Martín. Su hermano mayor también tiene una zapatería a unas pocas cuadras de allí y su hermana, vive actualmente en Buenos Aires, no siguió el rubro pero su marido si. Tiene una zapatería allá.

“Es un trabajo duro, pero hay mucho por suerte. En estos meses tenemos mucho laburo, vienen muchas personas a encargarnos arreglos, pero de un día para otro ya están. Y más estos últimos días, por el comienzo de clases, vinieron muchos con zapatos para arreglar, para sus hijos de todos los niveles y también docentes. Hoy tenemos mucha demanda”, reflexionó.

Por último, contó que hace dos años que se conocen con su amigo y ahora socio, Carlos, quien es especialista en Diseño. Juntos se encargan de trabajar y sobrellevar el día a día. “Yo no pensaba terminar a esta edad con este oficio. Pero es algo que amo. La vida va cambiando. Y ahora estoy con este oficio que nos da de comer a todos”, concluyó.

 

 

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