Sebastiana Hernández, quien se definió como “devota y eterna agradecida a monseñor Jorge Gottau”, aseguró que el primer obispo de la Diócesis de Añatuya “era el pastor que el papa Francisco quería: él salía a su gente”, en comunicación con Nuevo Diario.
"Tuvimos el privilegio de haber trabajado junto a él. He sido parte del colegio Medalla Milagrosa, que fue una de las primeras instituciones creadas por monseñor en Añatuya, respondiendo a un pedido de los padres. Siempre nos visitaba y nos llevaba no solamente su palabra, sino algo para los chicos y los grandes", recordó.
Hernández asistirá mañana a la sesión de clausura del proceso diocesano de beatificación y canonización del Siervo de Dios que se llevará a cabo en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.
“Recuerdo cuando él ha tomado posesión de la Diócesis, el 1 de octubre de 1961: era un día de sol pleno, de júbilo de todas las escuelas presentes. Fue, realmente, una fiesta. Una bendición de Dios tener al primer obispo de Añatuya”, rememoró.
“Chiqui” consideró que el legado de Gottau es “muy grande”. “Ha quedado en nosotros, y tratamos de responder a lo que quería que hiciéramos. Monseñor ha tenido cuatro preocupaciones: la educación, la salud, la catequesis y la asistencia social”, indicó.
La entrevistada, que manifestó que monseñor “ha sido un padre para mí”, se mostró “siempre agradecida” con su figura.
“Era muy cercano a la gente. A él, en sus homilías, daba gusto escucharlo porque siempre te dejaba un mensaje: si tenía que decirte algo fuerte, te lo decía, pero siempre por el bien de uno. Era muy piadoso y amante de la virgen”, concluyó.