Una nueva expresión de esperanza se despliega estos días sobre los caminos que conducen a Matará. Jóvenes provenientes de diferentes parroquias de la Diócesis de Añatuya han iniciado una emotiva y comprometida peregrinación hacia el santuario donde se venera la Cruz Catequística de Matará, símbolo vivo del anuncio del Evangelio en estas tierras desde 1594.
Ayer, desde el sur, una columna de peregrinos partió desde la ciudad de Añatuya, llevando consigo no solo mochilas cargadas de agua y abrigo, sino también intenciones, promesas, agradecimientos y súplicas. Hoy, desde el norte, otro grupo saldrá desde Suncho Corral, completando así el abrazo simbólico a esta reliquia histórica y espiritual, que guarda en su madera el testimonio silencioso de siglos de encuentro entre culturas, dolores y esperanzas.
Con la celebración de mañana de la santa misa central en el santuario a las 10, Matará se convertirá en el punto de confluencia de centenares de caminantes de la fe.
Más que una simple caminata, esta peregrinación representa un gesto profundo y contracultural: en tiempos de inmediatez, individualismo y desencanto, estos jóvenes apuestan por la pausa, el encuentro y la entrega. Cada paso que dan es una oración, cada descanso una oportunidad para compartir el pan, la palabra y la alegría del Evangelio.
La Cruz de Matará lleva en sus brazos grabados antiguos símbolos catequísticos y que alguna vez fue herramienta de enseñanza en medio de la evangelización indígena.
La Cruz vuelve a ser ahora escuela itinerante, lugar de aprendizaje y reencuentro con lo esencial. La invitación está abierta para todos los fieles que puedan acercarse a Matará y vivir una jornada de comunión y celebración.