La Lic. Cynthia Bustos aseguró que el término autismo ha experimentado “un gran camino de conceptualización y diagnóstico” en el último tiempo, en una entrevista con el equipo de Nuevo Diario.
La magíster en Neuropsicología y Neuropsicopedagogía Infanto Juvenil se ocupa cada sábado de dictar, desde las 12, el taller Hablemos de Autismo, en el Centro Integrador Comunitario Campo Contreras. Sonckoy Manta, una asociación que pregona por los derechos de las personas con discapacidad de la provincia, es la encargada de organizar esta propuesta que está dirigida al público en general.
“La eliminación de ciertas categorías, como el síndrome de Asperger o autismo según niveles, nos llevó a la actualidad a definirlo como una condición y no como un trastorno, y a ser menos capacitistas, es decir, que el autismo no se define por tener más o menos capacidades, sino más o menos necesidades de apoyo”, explicó.
Según la Sociedad Argentina de Pediatría, se estima que más de 500.000 argentinos presentan algún grado de autismo. La mayor predominación de esta condición se da en varones por encima de mujeres.
La licenciada contó que muchas familias llegan a una consulta no solo con motivo de evaluar un posible diagnóstico, sino, también, con la necesidad de conocer “de qué tipo o nivel de autismo se trata”.
“Resulta importante dar a conocer que el autismo es una condición del neurodesarrollo con implicación multidimensional, caracterizada por desafíos en interacción social, comunicación y patrones de comportamiento restringidos, repetitivos y estereotipados y que, al tratarse de un espectro, incluye diversidad de síntomas”, indicó.
Señales de alarma
Busto hizo hincapié en las “señales de alarma compatibles con esta condición”, las cuales pueden identificarse desde edades tempranas. ¿Cómo se pueden detectar? La magister respondió que para eso hay que tener en cuenta “los hitos del desarrollo”, es decir, “las habilidades esperables de acuerdo a la edad cronológica del niño”.
“Por ejemplo, que, entre el segundo y el tercer mes de vida, aparezca la sonrisa social y que, al siguiente mes, el niño se oriente con las voces, observe el entorno y así conforme a su desarrollo; todo teniendo en cuenta aquellos elementos biológicos, emocionales y sociales que sugieran un riesgo”, expuso.
La entrevistada agregó que entre los signos más frecuentes de la condición del espectro autista se encuentran: “dificultad para sostener la mirada o dirigirla hacia personas u objetos”, “no responde a su nombre”, “escasos gestos de comunicación, como no señalar”, “intereses restringidos”, “resistencia a los cambios de rutinas o actividades”, “reacción inusual ante estímulos, como luces, sonidos y texturas” y “juego solitario y repetitivo”.
“Si observamos algunos de estos síntomas o que el desarrollo de alguna función se presenta de manera tardía, es importante consultar a un profesional especializado”, resaltó, y sostuvo que un diagnóstico precoz “podrá orientarnos para realizar una evaluación interdisciplinaria: implicará el inicio de intervenciones tempranas y mejoras en el pronóstico para contribuir a mejorar la calidad de vida de los niños con la condición del espectro autista”.
