Hoy se conmemora el primer aniversario de la canonización de Mama Antula, un hecho trascendental en la historia del país, pero sobre todo de Santiago del Estero.
Nuevo Diario dialogó con descendientes de María Antonia de Paz Figueroa, tanto de octava como de novena generación.
Damián Abregú, funcionario judicial jubilado, expresó que "ser familiar es casi un accidente" porque "uno no lo elige"; no obstante, "lo importante es ser devoto y, después, familiar".
"Ayuda mucho ser una persona de fe. Por eso es muy importante acompañar en las actividades donde se resalta la figura de nuestra santa, como en misas, conferencias, entrevistas, presentaciones de libros y muchas otras actividades", dijo.
Abregú consideró "muy importante" tener una santa argentina, ya que "ayuda a tener esperanza". "Su ejemplo de vida tiene que ser una guía para nuestros pueblos", consideró.
Sara Fleming, cantante lírica, comentó que en su familia "siempre se habló con mucho orgullo y honor" sobre el parentesco con Mama Antula.
"Era escuchar que descendíamos de una persona muy especial. Siempre escuché sobre ella, de chica, pero no se sabía qué era. Mama Antula, para mí, era una mujer de la esperanza", compartió.
Fleming notó que "en la sociedad faltan valores", por lo que enalteció la labor de su tía: "A ella le importaba que en sus ejercicios espirituales esté todo el abanico de la sociedad, desde los más importantes, como los políticos y próceres, hasta los más pobres y humildes, a los cuales les dedicaba su mayor atención. Buscaba unirlos a todos, pero dentro de la gran enseñanza de los valores de los ejercicios espirituales de San Ignacio".
En la casa de Aldo Marcos, de Castro Paz, profesor e investigador jubilado de la Universidad Nacional de Mar del Plata, siempre hubo un retrato de Mama Antula. "Ser de su familia es todo un honor. Una alegría, pero, también, un compromiso de ser mejores cristianos, mejores ciudadanos, mejores personas. Hombres de bien, siempre mirando qué necesita el otro, siempre mirando en qué puedo ayudar, como lo hizo ella", estimó.
Los padres de Castro Paz invocaban a la santiagueña en las oraciones diarias. Tenían sus medallas de bronce, de las primeras que se acuñaron, y en marzo rezaban la novena.
"Mi relación con María Antonia fue cambiando con el correr de los años: de ser meramente devocional pasó a ser intelectual, quizás porque comencé a leer todos los libros que se habían escrito sobre ella y sus cartas, en plena adolescencia", mencionó.
Para el exprofesor, su tía es la "madre nutricia de la Patria" porque "ella nutre los fundamentos ideológicos, religiosos y morales" que "construyeron" el "ser nacional pocos años después de su muerte".
El exinvestigador escribió y publicó varios artículos vinculados a la santa, algunos de ellos junto a Jorge Baya Casal, arquitecto y también descendiente de Mama Antula.
"Desde chiquito, en la casa de mi abuela, siempre se hablaba de la beata en la mesa de los domingos. Mi abuela, que es de apellido Carranza, que viene de los Paz y Figueroa, siempre contaba la hazaña de esta santiagueña, que había venido caminado desde Santiago del Estero hasta Buenos Aires para fundar la Santa Casa, que estaba enterrada en La Piedad y que había hecho milagros en vida. Era como una figura de la mitología familiar", relató Baya Casal.
El arquitecto, al igual que el resto de los entrevistados, coincidió en que ser familiar de María Antonia de Paz y Figueroa "implica una responsabilidad. Significa adoptarla como una figura de virtud, de modelo de evangelización y fe; y hacer lo posible para que ese modelo se conozca", sintetizó.
Vale mencionar que varios descendientes asistieron, en la previa a la canonización, a una audiencia con el papa Francisco, en el Vaticano, Italia. Allí, el Sumo Pontífice les pidió difundir su vida y obra. A partir de esa petición, afianzaron la familia antuliana.
"Cada vez que damos una charla sobre la vida de Mama Antula, siempre viene el testimonio de conversión, de acercamiento a Dios y del gozo que produce la fe en los cristianos", señaló.
Graciela Fanti, historiadora, pasaba sus vacaciones en la casa de su abuela paterna. "Ella me narraba todas las historias de sus antepasados santiagueños, los Paz y Figueroa, y desde luego, me hablaba de la santa, como llamaba a María Antonia", recordó.
Fanti es dueña de una figura de un Niño Jesús, heredado de su abuela. Según dijo, le perteneció a la mismísima Mama Antula, quien instauró la tradición de pasárselo de generación en generación, pero solo entre mujeres.
"Mama Antula fue una tía lejana, pero santa. Así la consideramos, siempre, cuando todavía ni se soñaba con que algún día estuviera en los altares. Como tía, era un pariente tan querido que parecía como que en algún momento hubiera estado con nosotros", admitió.
La historiadora, que imploró a Dios que "la semilla plantada (por Mama Antula) también germine en el prójimo, en lo profundo de los corazones", agradeció "la difusión masiva que se le ha dado, tanto a su santificación como a su vida y obra".
"Ha llegado a todos lados y ha entrado en todos los hogares. Su mensaje de Jesús, en el amor, la ayuda y la empatía con el semejante, ha tenido una repercusión muy grande", concluyó.