Volvemos a las viejas discusiones. Seguimos sin superar arcaicas antinomias: Peronismo vs. Anti-Peronismo. Una anécdota clásica recuerda que Ramón Carrillo cuestionaba al propio presidente Juan Domingo Perón, a mediados de los 40, en su primera presidencia, señalando: “Los argentinos tenemos un ministerio de ganadería, pero no tenemos uno de salud…” En el presente y bajo el fatídico signo del eterno retorno tenemos un ministerio de “Destrucción del Estado” y carecemos de un ministerio de educación, que sería en esta coyuntura: un ministerio de “construcción”, pero como dije no lo tenemos.
Así mientras los pretéritos enfrentamientos ideológicos vuelven al centro de la escena, organizaciones vinculadas a los intereses del oficialismo gobernante, pretenden hacer foco en la cantidad de horas de clases, como piedra angular de la calidad educativa sin tener en cuenta la calidad de los salarios -hoy Santiago tiene uno de los mejores sueldos del sector- la calidad y la construcción de nuevos edificios, la capacitación docente y las herramientas para el aula como las computadoras, que el Estado nacional proveían hasta hace un año y hoy brillan por su ausencia.
El mencionado ministerio de “Destrucción” no sería otro que el recientemente inaugurado de “Desregulación” bajo la égida de Federico Sturzenegger, quien con su decreto 51, llevaría a cabo en poco tiempo más la destrucción del Estado desde adentro, mediante la supresión de funciones, la fusión de unos 60 organismos estatales o bien su disolución… Educación, para la gestión libertaria es apenas una secretaría dentro del cuestionado -y bajo la lupa de la justicia por no repartir comida a los pobres- ministerio de Capital Humano de Sandra Petovello.
Sin obras
Con la obra pública paralizada desde que asumió Javier Milei -nobleza obliga alguna actividad comenzó a registrarse desde la firma del Pacto de Mayo rubricado en julio en Tucumán- nada se puede esperar en materia de obras escolares, léase edificios. Vale como ejemplo considerar que sólo en la provincia de Buenos Aires, el gobierno nacional recortó 14 mil millones de pesos, dejando sin terminar unas 64 escuelas. No es el caso de Santiago del Estero, donde la obra pública sigue adelante, pero con fondos exclusivos y propios. Por semana, el titular de la cartera ejecutiva en esta provincia, inaugura una obra en ese sector. Obviamente Santiago no es una isla… y todo impacta.
Bajo la admonición: “No hay plata”, del mesiánico Milei, se acaban de asignar 100 mil millones de pesos a la nueva SIDE -en realidad SIN, Sistema de Inteligencia Nacional-mientras que en materia de educación siguen bajo sospechas los fondos de las universidades, la construcción de nuevas casas de altos estudios, los salarios docentes, la infraestructura educativa, entre otras acciones que podrían mejorar la educación.
Medallas
En un reciente hecho se expone con claridad la nefasta política educativa del actual gobierno nacional: Una vez más la gestión libertaria ahora encabezada por la vicepresidente Victoria Villaruel, contestó a un selecto grupo de estudiantes secundarios “no hay plata”, cuando acudieron en su ayuda para viajar a Bath, Inglaterra, para participar de las Olimpíadas Internacionales de Matemáticas. El Senado de la Nación negó apoyo a los jóvenes. Cabe destacar que desde siempre y en cada ocasión, la Cámara Alta se hizo cargo de esos emolumentos para participar en la mencionada competencia. Finalmente, el equipo argentino integrado por seis estudiantes autogestionó su viaje y trajo cuatro medallas, una de plata, tres de bronce y una mención de honor del certamen más importante del mundo en esa materia.
¿Con estos fracasos a la vista, cómo puede ser tema central de discusión, cuántas horas de clases se dictan en el país o en las provincias? ¿Está de más reiterar que cantidad no es lo mismo que calidad? Los “anarcolibertarios” no se privan de nada. Como a Kicillof, al municipio “K” de Mayra Mendoza -Quilmes- también se le aplicaron los mismos recortes. Lo mismo afrontan el intendente PRO, Pablo Petreca y el radical José Luis Salomón de Saladillo, entre tantos otros. Ante esta situación el defensor del pueblo bonaerense, Guido Lorenzino, cuestionó estos recortes y sostuvo que la acción del gobierno nacional, “afecta el derecho a la educación y el futuro de cientos de miles de alumnas y alumnos”.
Y sin embargo el oficialismo sigue ordenando la agenda para no pocos inadvertidos en no pocos medios de comunicación. Así instala polémicas para sesudas mesas de café. Incluso controvertidos debates para congresos sumidos en la esterilidad de conclusiones vacías, porque quienes opinan carecen de profundidad y compromiso con la tarea de educar.
Se hace camino al andar
Caminar es tan natural como respirar. Es saludable y genera endorfinas. Las huestes libertarias parecen seducidas por la educación clásica en el más estricto de los sentidos. En el presente para un libertario, educar sería volver unos 400 años A. C., a los tiempos del estagirita, del factótum de la Academia, del preceptor del magno conquistador macedonio. Y así sin escuelas, sin aulas, porque las obras públicas están paralizadas en el país, volver a la enseñanza al aire libre, caminando displicentes “por verdes prados”, sin la guía de Aristóteles obviamente, pero despojados de todo derecho o consideración material para impartir educación. El regreso de los peripatéticos, podría titularse este drama más propio de las vanidades de Netflix, que de los argentinos de bien que pagan sus impuestos, no para sostener a los espías de siempre -otro buen título para una serie de Prime-, sino para destinarlos a la formación de las anheladas generaciones futuras.
Debate
Paulo Freire cuando alude a la “situación educadora”, distingue en ella tres elementos constitutivos: Un sujeto, el educador o educadora; los educandos o alumnos y en tercer lugar, el espacio pedagógico; y como no hay espacio sin tiempo, agrega un cuarto elemento que no sería otro que el “tiempo pedagógico”. Queda claro que no íbamos a eludir hablar del tiempo en las aulas, pero lo haremos con la profundidad necesaria para que sea impropio de las mesas de café y los congresos vacíos.
Freire asegura que pocas veces los educadores se preguntan: “¿Qué hacemos con nuestro tiempo pedagógico?” Remarca que, en muy pocas ocasiones, maestros y profesores, se preguntan, al servicio de quién, de qué cosa está el tiempo educativo. Asegura que estas son preguntas fundamentales.
Paulo Reglus Neves Freire, nacido en Recife, nunca deja preguntas sin respuestas. Para el pedagogo brasileño, “el tiempo educativo está al servicio de la producción del saber”. Y como no hay producción del saber que no esté directamente ligada o asociada a ideales, la pregunta que los docentes deberían hacerse es: “al servicio de quiénes, de qué ideales se produce conjuntamente con los alumnos, el saber dentro del tiempo-espacio de la escuela”. Así cuando nos tomamos un tiempo para reflexionar, nos detenemos en este punto para descubrir que el tiempo-espacio pedagógico, “se usa sobre todo contra los intereses de los propios niños populares”. Indudablemente esta definición sí merece una discusión porque están en juego en las aulas, el destino de los pueblos.