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La Provincia #DíaPatronal

La vida del gran mártir San Jorge

Desde la parroquia homónima invitan a la misa patronal que se celebrará hoy.

Conforme al santoral ortodoxo, el 23 de abril se conmemora y venera la memoria del glorioso mártir San Jorge, patrono de la iglesia homónima en Santiago del Estero y de muchas parroquias en nuestro país. Su nombre Jorge significa el labrador o jardinero, por lo que San Jorge es el sembrador de la fe cristiana. Se invita a participar a toda la comunidad de la celebración en su honor hoy viernes, a las 19.30 horas.

 

El padre Gregorio Makantasis relató su historia: "Se se crio cristianamente en la fe que había recibido de su madre secretamente, en su juventud con dieciocho años, Jorge se enroló en la caballería del emperador Diocleciano, debido a que su padre era general del mismo, pero pronto Jorge se distinguió por su gran valentía e inteligencia, lo que lo llevó a una ascendente carrera militar hasta llegar a convertirse en jefe de la guardia del rey.

 

Durante la gran persecución desatada por Diocleciano (304), cuando el emperador convocó a todos los gobernadores de Oriente a Nicomedia para informarles de sus decretos contra los cristianos, San Jorge, sintiendo que había llegado el momento de confesar públicamente su fe en Cristo, les dio todos sus bienes a los pobres, liberó a sus esclavos, se presentó en la corte y le reprochó al tirano su deseo de derramar injustamente la sangre inocente de los cristianos. San Jorge Confesó que creía en Cristo, el verdadero Dios, que había venido sin temor a reprocharle sus acciones. El emperador, temiendo un tumulto entre los asistentes, le ofreció honores a condición de que adorase a los dioses del Imperio. Jorge respondió: '¡Su reinado es corrupto y pronto desaparecerá, sin dejarle beneficio alguno, pero los que ofrecen un sacrificio de alabanza al Rey de los Cielos reinarán con él por toda la eternidad!'

 

 Entonces por orden del emperador, los guardias sometieron a Jorge a una serie de torturas, así golpearon al Santo en el estómago con sus lanzas, y ante los primeros golpes, las armas se retorcieron como si estuvieran hechas de papel. Después San Jorge fue encarcelado con una pesada piedra sobre el pecho. Al día siguiente lo ataron a una rueda que estaba suspendida sobre instrumentos cortantes. Soportando el dolor con su desbordante amor a Dios, San Jorge dio gracias a Dios sin cesar. Se oyó entonces una voz del cielo diciendo: '¡No temas, Jorge, yo estoy contigo!' Y un ángel más resplandeciente que el sol bajó a curar sus heridas. Asimismo por la gracia de Dios, escapó sin daño alguno de un veneno preparado por un hechicero llamado Atanasio. Como este último y los de su clase aún se manifestaban incrédulos y estaban convencidos de que San Jorge hacía magia, a petición de estos, resucitó a un muerto que había estado enterrado durante trescientos años. El resucitado se postró ante el Santo y, declaró que había sido arrancado del infierno por las oraciones de San Jorge y confesó a Cristo. El hechicero, derrotado, cayó a los pies del siervo de Dios y proclamó la verdadera fe. Enfurecido, Diocleciano ordenó que Atanasio y el hombre resucitado fuesen decapitados sin demora.

 

Al día siguiente, Diocleciano hizo llevar a San Jorge al templo de Apolo. El mártir entró al templo y se paró ante la falsa deidad, haciendo la señal de la cruz. Los demonios que vivían en los ídolos, confesaron que sólo Cristo es el verdadero Dios, y huyeron dejando a las estatuas caer al suelo y hacerse pedazos. Lo llevaron de vuelta al palacio donde la emperatriz Alejandra salió a su encuentro gritando: ¡Dios de Jorge, ayúdame! El tirano entonces ordenó que ambos fueran decapitados. Pero, antes de la ejecución, Alejandra entregó su alma en las manos de Dios en la cárcel. Al saber San Jorge que había llegada el fin de sus tormentos, se dirigió al lugar de la ejecución. Dio gracias a Dios por sus beneficios y suplicando por Su ayuda para los fieles, se arrodilló y elevando los ojos al cielo oró diciendo: “Dios mío recibe el alma de tu siervo pecador”, inclinado la cabeza se entregó a los verdugos, quienes lo decapitaron. Su alma se elevó al cielo donde recibió la corona de los santos en la gloria eterna. Esto sucedió el 23 de abril del año 303.

 

Después de su muerte y por sus intercesiones se obran milagros, ayudando a los pobres y desamparados, sanando a los enfermos, socorriendo a los reyes en las causas justas y a los países en las crisis o momentos de pruebas. Celebrando hoy la memoria de San Jorge, nos alegramos especialmente por el testimonio que este gran mártir de Cristo ha dado con su palabra, su actitud y con su ejemplo de vida. Reflexionar en la confesión de fe y en la vida de San Jorge es para todos nosotros, los cristianos y devotos, una oportunidad en la que renovamos nuestra fe, nuestro ánimo y nuestro comportamiento cristiano en el mundo".

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