El hecho sucedió en el siglo XVII en Santa Fe la Vieja en el templo de los jesuitas, fue considerado un milagro y hoy los santafesinos conservan la imagen con devoción y admiración. El cuadro milagroso fue contemplado por el mismo Jorge Bergoglio y otras personalidades argentinas.
Según cuentan hasta hoy los guías del Santuario Nuestra Señora de los Milagros, el padre Pedro Helgueta fue testigo de un hecho fuera de lo común. Aquel 9 de mayo de 1636 había finalizado la misa diaria y el sacerdote se dispuso a orar de rodillas frente a un cuadro de la Virgen María, finalizadas las plegarias, el Padre posó sus ojos en el cuadro y no podía creer lo que estaba viendo, la imagen de María exudaba agua, primero supuso que era humedad del ambiente condensada en la pintura. Luego advirtió que ese brillo no era el típico de la imagen. El sacerdote se puso de pie y observó que la imagen de María de la mitad para arriba estaba totalmente seca, mientras que por la parte de abajo corrían hilos de agua producto, una gran cantidad de gotas emanadas en forma de sudor. En cuestión de segundos el agua había empapado los manteles del altar y el piso.
El padre Helgueta quedó sin palabras y los pocos que seguían en el templo también fueron testigos del suceso. Inmediatamente buscaron lienzos, y algodones para recolectar esa agua que caía del cuadro de la Virgen María. En cuestión de minutos los habitantes del caserío de Santa Fe la vieja, como se la conoce hoy, se enteraron de este fenómeno inexplicable. Fueron a buscar al escribano del rey para que diera fe del suceso, a las autoridades eclesiásticas y hasta llegó al lugar Don Juan de Garay, hijo del fundador de la ciudad.
El acta registrada por el escribano decía que: “De pie en un banco el propio Vicario tocó con sus dedos la tela del cuadro, procurando contener los hilos de agua que descendían, pero por el contrario, continuaba manando copiosamente cambiando de dirección al contacto con la mano. Esto duró algo más de una hora”. Aquella acta en papel antiguo y redactado con tinta y pluma como se estilaba en el 1600 se puede aún hoy observar donde tuvieron lugar los hechos y también se conservaban aquellos primeros algodones con el sudor del cuadro.
Cuenta la tradición y los más memoriosos del pueblo que después de “El Sudor Milagro de la Virgen” muchas personas allí recibieron curaciones asombrosas tras besar los algodones.Desde ese momento los santafesinos empezaron a llamar a la imagen “Nuestra Señora de los Milagros” y en la actualidad ya es considerado un santuario.
A los pocos días el obispo de la diócesis Monseñor Cristóbal de Aresti, reconoció al sudor como auténtico milagro, ya que cumplía con todos los requisitos impuestos por la Iglesia, y contaba con suficientes testimonios probatorios del extraordinario suceso.
El Cuadro Milagroso en 1767 tras la expulsión de la Compañía de Jesús de América fue trasladado a pocas cuadras, al templo mercedario santafesino. Sin embargo los fieles y vecinos reclamaron al Cabildo que fuera restituido para su veneración ya que se lo mantenía a puertas cerradas. La imagen de Nuestra Señora de los Milagros pasó por la Iglesia Matriz que actuaba de Catedral y 200 años después volvió a mano de los jesuitas tras la restitución de la Compañía de Jesús.
Contiguo a este templo se encontraba el colegio que recibió a eximias figuras de la Argentina y donde residieron y dieron clases destacados jesuitas, como el argentino pionero en astronomía, el Padre Buenaventura Suarez y más cercano a este tiempo, Jorge Mario Bergoglio. Entre los “maestrillos” que contaba el Colegio de la Inmaculada Concepción se encontraba el joven Jorge Bergoglio que para 1965 daba a los aspirantes la materia de literatura española y argentina, si bien era ya en ese entonces técnico químico, el Papa Francisco tenía una gran admiración por las letras.
Cierta vez Bergoglio invitó a un escritor célebre, el gran Jorge Luis Borges, quien fue en ómnibus hasta Santa Fe para dar una charla. Bergoglio como buen anfitrión lo buscó de la estación y al día siguiente también lo acompañó al Colegio. Un exalumno cuenta que cuando Bergoglio fue a buscar a Jorge Luis Borges al hotel, tardaron demasiado en presentarse en la clase y los alumnos estaban ansiosos por escuchar al prócer de la literatura argentina. El ex alumno Jorge Milla recuerda la memorable anécdota: "Subió Bergoglio a buscarlo a la habitación y tardó más de lo que se supone para ir a un tercer piso. Cuando vienen, yo disimuladamente le hago el gesto de: - '¿qué pasó?' -porque algo había pasado- y Jorge también disimuladamente me dijo: - 'El viejo me pidió que lo afeitara'. Ese había sido el motivo de la tardanza. Eso es un gesto de Borges, y también un gesto de Bergoglio".
Esta anécdota que quedó para la historia y se cuenta en el Colegio la Inmaculada mientras uno recorre el circuito dedicado al Papa Francisco el que se conservan su cuarto y algunas pertenecías, también en el edifico se guardan reliquias de los primeros jesuitas de la zona que son verdaderos tesoros de la historia.
Santa Fe supo ser testigo de hechos milagrosos y lugar de santidad y hoy sigue regalando milagros al mundo.