La devoción a San Esteban nació en el siglo XVII de la mano de doña Mercedes Chapa de Zurita. Hoy la familia Juárez, descendientes directos de la primera devota de estas tierras, son los custodios de la imagen del Santo, ellos la custodian en la una capilla de Maco.
Diego Ariel Juárez lleva la sangre de doña Mercedes y cuenta que, desde que tiene memoria, la imagen del mártir de la Iglesia Católica es parte de su vida y la de su familia.
“La fe que tienen los devotos de San Esteban es única, por eso jamás dejan de venir, es un santo muy milagroso, por eso tiene tantos seguidores y cada año esta fiesta es más grande”, contó Diego al Multimedio.
“Nosotros traemos la imagen desde Maco, pero varios días antes de la fiesta grande, ya empiezan a llegar los fieles a la capilla que está allá, se quedan, rezan, bailan, pero sobre todo van a cumplir las promesas, es un santo al que siempre hay que cumplirle”, aclara el custodio de la estatua que representa a uno de los primeros mártires de la Iglesia Católica.
Además, según relató, los últimos diez días de diciembre es cuando más gente venera a San Esteban, pero todo el año los peregrinos se acercan a la capilla de Maco a pedir favores y a agradecer por las bendiciones recibidas.
“Los sábados y domingos es cuando más llegan los fieles a saludar al santo y a cumplir promesas”, explicó Diego.
Desde todo el país llegan a cumplir promesas al santo
La fe en San Esteban no se limita a nuestra provincia, desde todas las latitudes se acercan fieles y curiosos a vivir esta celebración única en el país y en el mundo.
Tal es el caso de Ricardo Carroggio, quien carga en sus manos un cartel de agradecimiento a San Esteban con el apellido de su familia. “Hace 20 años que vengo, porque hice una promesa, y pienso seguir viniendo”, señala el hombre oriundo de Banfield. Pese al calor abrasador que acobarda a cualquiera que no haya nacido en suelo santiagueño, el hombre sostiene estoico su madera tallada que agradece al mártir “los milagros concedidos”.
Fernando Roldán, por su parte, es devoto por herencia. “Mi madre era de acá, por eso yo soy devoto”, cuenta. Pero su odisea es digna de contar, porque recorrió los 1.050 kilómetros que separan Santiago del Estero de Buenos Aires solo para la fiesta de San Esteban.
“Llegué hoy a primera hora y me vuelvo mañana, solo vine para la fiesta, siempre vengo a agradecer y a pedirle al santo”, señala el devoto, quien hace 10 años jamás falta a la celebración.
Una devoción que va más allá de la edad
Con más de 40 grados de temperatura sorprende ver a muchas personas mayores en el lugar, la mayoría de ellas acompañadas de su familia.
Doña Olga Ayunta no recuerda cuando fue la primera vez que estuvo en una fiesta de San Esteban, carga un andador, le cuesta caminar, pero no hay ninguna limitación para su fe.
“Creo que desde antes de nacer, ya venía a San Esteban, siempre vengo, lo heredé de mi madre y se lo traspasé a toda mi familia. Hace dos años tuve al santo en mi casa, yo le debo mucho y por eso siempre vengo a agradecerle”, dijo mientras exhibe su capa y un bombo que tiene la inscripción “Promesa a San Esteban”.
Un caso muy similar es el de don Oscar Coronel, de Huachana, quien hace más de 60 años va a las celebraciones de San Esteban.
“Vine desde que era muy chico, siempre a San Esteban, esta es una gran devoción porque es un santo muy milagroso, así como me lo inculcaron a mí, yo ahora le traspasé la tradición a mis hijos y a mis nietos”, dijo orgulloso don Oscar.