En un impactante testimonio televisivo, un joven identificado como Hernán, integrante de una banda delictiva dedicada al robo de motos de alta gama, reveló los detalles de su actividad criminal, que se ha convertido en una modalidad creciente en distintas zonas urbanas. La entrevista fue emitida por Telenoche y generó fuerte repercusión por la crudeza de sus declaraciones.
“Arranqué a los 15 años por la vida que llevaba, venía de familia”, comenzó relatando Hernán, quien asegura que sale todos los días a robar motos como forma de subsistencia. “Todos los días necesito comer. Busco una, dos o tres, las que se me den en el camino para traerme”, explicó sin rodeos.
El joven, que pasó 10 años en prisión por un robo cometido con arma de fuego, aseguró que actualmente él y su banda prefieren usar picana eléctrica para inmovilizar a sus víctimas. “Picanazo, cae, agarramos la moto y nos fuimos. Con la picana es más fácil, con el fierro (arma de fuego) corren más años. Con una picana puede caer la causa”, afirmó.
Cómo actúan
El modus operandi de la banda incluye seguimientos previos a motociclistas, especialmente en zonas de autopistas o barrios donde circulan vehículos de alta cilindrada. “Hacemos un seguimiento y los cortamos. La gente no se llega a resistir porque los agarramos distraídos”, relató Hernán.
Además, señaló que suelen operar lejos de sus barrios, en zonas del norte del conurbano o en lugares donde es más probable encontrar motocicletas costosas. “Tenemos gente que nos ayuda a empapelar las motos para venderlas. Se vende como moto entera o se puede vender por repuestos”, detalló.
Según explicó, la banda está compuesta por al menos cuatro personas, lo que les permite trasladar dos motos a la vez. “Siempre que traemos dos motos sirve más, traemos más plata. Somos varios pibes laburando”, indicó.
Motos robadas para correr picadas
No todas las motos sustraídas son vendidas. Algunas, especialmente las de mayor potencia, son utilizadas para correr picadas durante la noche. “Hay motos que no podemos vender, pero las usamos para ir a picadas de noche. Los viernes y sábados más que nada. Es una adrenalina muy buena”, comentó.
Una vida entre la marginalidad y la desesperación
En el tramo final de su testimonio, Hernán se mostró consciente de la ilegalidad y peligrosidad de su accionar, pero justificó su actividad como una forma de supervivencia. “Trato de no lastimar a nadie, por eso salimos con picana. Es una manera de vivir, pero en algún momento quiero dejarlo porque tengo a mis hijos también, tengo que cuidar a mi familia”, dijo. Y cerró: “Hoy en día no le tengo miedo a nada”.
La otra cara de la inseguridad
Este testimonio vuelve a poner en el centro del debate la problemática de la inseguridad, el mercado negro de repuestos de motos, y las condiciones sociales que empujan a jóvenes al delito. A su vez, expone el grado de organización y planificación que adoptan estas bandas, que combinan seguimientos, logística y contactos para reducir lo robado.