Era fin de semana y la venta de drogas era incesante. A pie, en motos y autos, los clientes llegaban hasta una vivienda bien pintada, que la diferenciaba de otras. La familia dueña de casa había “adelantado” en poco tiempo.
El “pasamanos” era rápido. Los compradores ingresaban y salían a los pocos segundos. Los investigadores se habían camuflado de vendedores ambulantes, recolectores de basura y hasta de asistentes sociales para reunir pruebas en un barrio donde todos se conocen y un rostro extraño —que no es el cliente habitual— llama la atención de los “dealers” y sus cómplices.
Con el tiempo, las evidencias revelaron que una mujer era la vendedora de cocaína y a veces involucraba a sus hijos adolescentes en la comercialización. Cuando “cayeron” los investigadores, la detenida sostenía a su hijo bebé en brazos. En las zonas íntimas, debajo del corpiño, tenía estupefacientes fraccionados, listos para la venta. También encontraron envoltorios en el cochecito del menor, que tenía para vender en la vereda.
Las investigaciones realizadas por personal de la Dirección General de Drogas Peligrosas develaron que cada vez son más las mujeres que se involucran en la venta de estupefacientes al menudeo. Los números son elocuentes. En los primeros seis meses del corriente año, apresaron en allanamientos a 24 mujeres por infracción a la Ley 23.737. En tanto, en el mismo período, detuvieron a 37 varones por narcomenudeo.
Las grandes cantidades de dinero que se “recaudan” por la venta diaria de drogas es una tentación para las mujeres que, por lo general, ya tuvieron o tienen algún familiar involucrado en esta actividad ilícita. Fuentes ligadas con las investigaciones policiales y judiciales indicaron que los “dealers” de envergadura les dan en un principio pocas cantidades para la venta, hasta que las mujeres logran reunir una importante cantidad de clientes y se abren paso solas en el narcomenudeo.
La mayoría de las “dealers” —tienen entre 25 y 38 años— “juegan” con que tienen hijos pequeños y si llegan a caer presas, serán beneficiadas con el arresto domiciliario. Algunas lo lograron, aunque en los últimos tiempos con una tobillera electrónica, pero otras tuvieron que llegar a un acuerdo con las fiscalías y fueron condenadas con prisión efectiva en un juicio abreviado.
La “dealer” más joven tiene 17 años y la mayor, 45 La vendedora de drogas más joven apresada fue una adolescente de 17 años, mientras que la mayor tiene 45. Los investigadores determinaron que todas tienen un “carácter fuerte”, que les permite enfrentarse a consumidores ansiosos y hasta violentos cada vez que no les alcanza para la dosis.
En algunos casos, hasta encontraron armas de fuego cerca de las drogas para defender su mercancía. No obstante, en todos los casos, cuando llegó la Policía no ofrecieron resistencia. No obstante, siempre hay vecinos que salen en su “defensa” y atacan a la fuerza de seguridad.
La “narcofamilia”, una relación sanguínea y de comercio ilegal entre varios parientes Algunas mujeres se convirtieron en “dealers” a partir del “negocio ilegal” de uno de sus familiares directos y conviviente. Las investigaciones develaron que las “narcofamilias” que fueron desarticuladas este año, se iniciaron con el hombre de la casa, quien con el tiempo sumó en la venta de estupefacientes a su concubina, para seguir con la comercialización cada vez que él se ausentaba, y hasta a los hijos jóvenes.
Toda una familia involucrada en el delito. También se descubrió en otros casos que, si bien los sospechosos vivían en domicilios distintos en el mismo barrio, tenían una relación de parentesco, “trabajaban” juntos y tenían el mismo proveedor.
Cuando a uno se le terminara la cocaína o marihuana, le pedía a su pariente para seguir vendiendo. Se detectó durante las averiguaciones una estrecha relación delictiva entre hermanas, tíos y sobrinos, cuñados y hasta de padres e hijas.
