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Policiales #Indignante

Se disfraza de Jesús pero es el diablo: intentó matar a su mujer y le hizo lo peor a sus hijas

Lo que parece ser un simpático personaje callejero que se hace pasar por Jesús no es nada más alejado de la realidad, y es que debajo de la túnica se encuentra un auténtico monstruo. Sobre él pesan varias denuncias por violencia intrafamiliar, intento de homicidio y ultrajes.

La vida de Fernanda Soledad Heine se convirtió en un infierno a causa de su expareja y padre de sus cuatro hijos, quien "se hace pasar por Jesús". Ella misma lo denunció más de una vez por violencia doméstica, abuso sexual e intento de homicidio. Sin embargo, está suelto. Y mientras él merodea las calles con total tranquilidad, ella tuvo que huir de la casa familiar y vive con miedo, escondida en una casilla de un ambiente hacinada junto a tres de sus hijos y una nieta, en el partido de Moreno. 

 

Aunque más de una vez ella acudió a la Justicia, cuyo trámite está en el Juzgado de Familia N°9  de Morón, no obtuvo respuesta. Restricciones perimetrales y exclusiones del hogar no fueron suficientes para que cese el hostigamiento. Por eso, Fernanda contó que "no le quedó otra que escapar", y desde entonces "vive escondida" para que él no la encuentre.

 

Pese a que el denunciado fue diagnosticado con esquizofrenia, y se advirtió la peligrosidad que representa para su entorno, está en libertad; incluso hay transeúntes que al cruzárselo le toman fotos por la extraña vestimenta que lleva puesta, desconociendo que detrás de esa túnica hay un hombre con numerosas denuncias en su contra

 

Soledad conoció a Roberto Esteban González cuando tenía 17 años. Cuatro años después, se convirtieron en padres por primera vez. Y junto con la llegada de la menor, comenzaron los golpes. "Ahí me levantó la mano por primera vez", contó. Por ese episodio, realizó la primera denuncia en la comisaría de Merlo, y aunque muchas otras vinieron después, ninguna trajo consigo la solución.

 

El consumo de marihuana y cocaína habría sido el desencadenante de los intempestivos cambios de conducta en él. "Fumaba marihuana delante de todo el mundo, y cuando se drogaba con cocaína lo hacía escondidas, se estaba enfermando de la cabeza", remarcó Heine.

 

La adicción dio lugar a una violencia incontrolable que se concretaba en "puñetazos en la cabeza" cuando Fernanda le contestaba. "Y yo cada vez me hacía más sumisa", agregó. También manejaba el dinero que ella ganaba como peluquera, "y lo destinaba en consumir". La buscaba por el trabajo, y la llevaba, con el objetivo de controlar todos sus movimientos, relató la entrevistada. 

 

"Gritos, amenazas, golpes en la mesa, y cubiertos que tiraba por los aires", eran parte de la violencia diaria y descomunal de la que Fernanda y sus hijos, eran víctima. 

 

Un sinfín de torturas en nombre de "Dios"Un violento Día de la Madre es representativo de los muchos episodios que Fernanda Soledad sufría en silencio. El papá de sus hijos le llevó el desayuno a la cama, y como ella se negó a tener relaciones sexuales, "él le rompió el termo en la espalda y le tiró encima el agua hirviendo en el cuerpo", relató la entrevistada entre lágrimas. Al día de hoy conserva la cicatriz causada por la quemadura. Sin embargo, el ataque no terminó ahí, esa mañana , el denunciado intentó luego meterle una botella en sus genitales. El episodio fue denunciado en la comisaría de la Mujer Merlo, y salieron como testigos las compañeras de trabajo de Soledad Heine. Él solo estuvo detenido una semana

 

También habría abusado sexualmente de una de sus hijas. La causa fue caratulada como "La media hora de amor", expresó la entrevistada. "Él la hacía acostar en el piso a mi hija de 12 años y la manoseaba, la nena me lo contó", remarcó. Al tiempo, luego de una cámara Gesell a la que fueron sometidas sus hijas en los tribunales en Morón, Fernanda se enteró de que su pareja "las ataba en las sillas y las hacía girar".

 

En otra ocasión, una madrugada, mientras Soledad dormía, él le habría colocado "una bolsa con un precinto en la cabeza". Sus hijas fueron quienes la salvaron de la muerte. Una vez más, Fernanda Soledad acudió a la Justicia, pero no obtuvo respuestas. 

 

El acercamiento del acusado a la Iglesia de los Mormones agravó el calvario familiar. "Nos obligaba a recitar mantras y a ir al monte a meditar con él, y si no lo hacíamos se enojaba o me ponía en penitencia contra la pared", recordó Fernanda. Además, la mujer afirmó que González se volcó al hinduismo y se convirtió en fanático de Claudio María Domínguez. También se dejó la barba larga y se empezó a vestir como "Jesús".

 

Cuando se mudaron a la provincia de San Luis, en varias oportunidades se iba a la montaña, y desaparecía por semanas. Los diagnósticos médicos determinaron que sufría "delirios místicos". Pese a que Fernanda solicitó más de una vez la internación de él por problemas psiquiátricos, nunca la escucharon.

 

El límite fue en el 2016 cuando el acusado le arrojó una cuchilla, mientras ella amamantaba al menor de sus hijos. "Te voy a matar, te voy a descuartizar, y voy a matar a tus hijos", le había dicho, según consta en la denuncia penal que realizó en la Comisaría de la Mujer y Familia de Merlo. La mujer pidió la exclusión de la casa del presunto violento, y una prohibición de acercamiento, pero el hombre "continuaba ingresando a la vivienda como si nada". "Una fiscal de Morón me dice que yo era la que me tenía que ir con mis hijos", contó.

 

Luego de convivir con la violencia durante dieciséis años, Fernanda comenzó a planear la huida de la casa familiar. Una noche esperó que se duerma y escapó con sus cuatro hijos. Nunca más volvió. Sin embargo, esto no fue sinónimo de tranquilidad, sino más bien todo lo contrario. El pánico y los recuerdos traumáticos la acompañan de forma permanente.

 

En Capital, donde ella vivió por un tiempo, la Justicia le otorgó un botón antipánico y la restricción perimetral. Además, la fiscalía de Instrucción N°59 ordenó que internen al denunciado en el Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda por el diagnóstico de esquizofrenia, pero este se escapó y desde entonces está suelto, pese a la peligrosidad que representa para Fernanda y sus hijos.

 

"Una vez me encontró en el barrio de Pompeya y me arrastró de los pelos, me golpeó la cabeza con una maza y me la abrió", denunció Fernanda.

 

En ese contexto, ante las pocas respuestas que recibe de parte de la Justicia, Fernanda se vio obligada a mudarse más lejos de él. Actualmente, vive en una casilla de tres por dos, de un solo ambiente, junto a sus tres hijos y su nieto de un año y nueve meses. "Tengo que vivir en un claustro y con limitaciones, mientras él está suelto. Para la Justicia es un loco, pero para mí es un violento y un abusador", sentenció.

 

Con información de Crónica

Buenos Aires
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