Las recientes declaraciones de Elisa Carrió sobre la estrategia del presidente Javier Milei, quien ha determinado a Cristina Kirchner como su principal antagonista político (ya que aseguró que la quiere 'enterrar' políticamente), reflejan un riesgo evidente: la polarización puede convertirse en una trampa política que socave la estabilidad misma del Gobierno. Según la exdiputada nacional, el Presidente "está jugando con fuego", pues si Cristina Kirchner logra ganar la provincia de Buenos Aires, el Gobierno podría enfrentarse a una crisis política de grandes proporciones.
La advertencia de Carrió no es menor, ya que plantea un problema estratégico. La historia reciente muestra que CFK, pese a sus divisivas políticas, ha sabido convertir la adversidad en una plataforma política, como lo demostró en su segundo mandato cuando enfrentó a la oposición con una desafiante frase: "Armen un partido y ganen las elecciones". Fue así como surgió Cambiemos, la alianza entre la UCR, la Coalición Cívica y el PRO que eventualmente ganó la presidencia con Mauricio Macri en 2015.
En este contexto, el presidente Milei parece optar por una táctica similar, enfocando su discurso en 'responsabilizar' al kirchnerismo de los problemas económicos actuales, mientras continúa endeudando al país con el FMI. Sin embargo, Kirchner, quien ahora se ubica en la arena política bonaerense, parece saber aprovechar esta confrontación, y el oficialismo corre el riesgo de fortalecer a su propia oposición.
La polarización excesiva puede tener efectos contraproducentes para Milei. Si bien en el corto plazo ayuda a consolidar una base electoral firme, también puede crear un ambiente de confrontación y desgaste. La provincia de Buenos Aires, con su peso electoral determinante, se convierte en un territorio clave. Una victoria de Cristina en este bastión no solo fortalecería al kirchnerismo, sino que minaría gravemente la posición del Presidente, debilitando al Gobierno y generando una percepción de derrota que podría socavar su legitimidad y apoyo popular, el cual ya viene perdiendo por sus medidas de ajuste contra la 'casta' (que terminó pagando el pueblo).
Polarizar con Cristina Kirchner podría ser, en última instancia, ¿una estrategia riesgosa para el Presidente?, quizás si, especialmente si los problemas estructurales de la economía continúan sin resolverse, o por lo menos negándose como los viene haciendo, mostrando números que no son congruentes con las personas de "a pie". La responsabilidad de gobernar demanda un enfoque más integrador y menos divisivo. En un país que ha sufrido polarizaciones desgastantes, la política necesita salir del círculo vicioso de confrontaciones para centrarse en soluciones efectivas y reales. Como nombró José Pablo Feinmann en su trama “La tragedia argentina”, cuando la clase media se alía con los gobiernos de derecha, comienzan los "ajustes" y hacen que los gobiernos populares crezcan con más fuerza.
DS, Redacción del Nuevo Diario