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Opinión La sensación de desprotección hacia los abuelos

A los tiros a los jubilados, también nos roban el relato sobre el pasado

Artículo de opinión redactado por Francisco González Kofler. (INDES-CONICET). Sociólogo (M.P. 91). Técnico en información económica y social y doctor en Antropología Social.

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(Foto: Juan Valerio).

Nos roban el pasado para quitarnos la esperanza en el futuro. Está en nosotros darles valor a los viejos y viejas que nos quedan.

Al mío ya me lo llevó una pandemia. Pero al menos tuvo medicamentos gratis del PAMI para pecharla con la mínima. Afrontó los mil problemas que tuvo como cabeza de familia aún en su vejez. Para comer casi nunca le faltó. Cuando empezó a faltarle, yo me recibí de sociólogo, concursé cargos docentes y gané una beca del Conicet. En mis inicios, en 2016, la paga por hacer ciencia y ser un académico era tan buena que pude viajar a cursar el doctorado y ver que tampoco le faltaba lo básico al viejo. Sobre todo, para comer.

Hoy, las becarias doctorales que ingresan a mi instituto deben hacer pan dulce, rifas y otras volteretas económicas para cumplir con sus obligaciones de investigación, viajar, cursar, hacer trabajo de campo y demás. Así de ñoquis somos los científicos y científicas de Argentina. ¡Laburamos hasta para laburar!

Pero volvamos al eje más allá de mi punto de vista situado: Nos roban el pasado al robarnos a los viejos, quitándoles ingresos e impidiéndoles disfrutar de eso que han construido con 30 años de aporte. Al hacerlo, nos quitan la esperanza en el futuro. ¿Qué puedo esperar de mi futuro como jubilado si a los viejos de hoy los tratan así?

Al quitarnos a los viejos, matándolos de hambre, de falta de remedios o a los tiros, también nos roban el relato sobre el pasado. Nos hablan de la violencia de los barras y no sé qué otro enemigo interno nuevo, pero no de la historia de laburo y sacrificio de los viejos que cobran miseria de jubilación. Nos hablan de cualquier cosa para no hablarnos de lo importante.

La pregunta importante es: ¿Quién cuida a los niños y los viejos? Si nos dejan pensar en eso, quizás nos preocupemos más por los sueldos de policías, maestros, médicos, enfermeros o periodistas.

Si se nos mueren los viejos, se nos muere la memoria. Por tanto, se nos acorta el futuro de sabiduría.

La emergencia económica también nos impide mirar al futuro o reflexionar sobre el pasado. Nos sumerge en la locura de pensar constantemente en sobrevivir en el cortísimo plazo del presente.

Les doy un ejemplo de racionalidad económica, que viene siendo el lenguaje predilecto hoy por hoy. Los sueldos de los docentes nacionales son tan bajos que hacer paro es la opción económicamente correcta. Tenía un profesor que enseñaba que el precio del salario puede bajar tanto como el obrero esté dispuesto a resignar tiempo de ocio para adquirirlo. Hoy, sin dudas, salimos ganando si nos descuentan presentismo, pero ahorramos en nafta y algo para comer por quedarnos tantas horas fuera de casa.

Sin embargo, cuando se realizan paros, no demorará en salir la noticia de que el paro costó no sé cuánto. Plata que no perdimos los que ahorramos en transporte y fuerza de trabajo. O plata que no pierden los jubilados que ya no tienen ni para perder. Cobran una miseria. Entonces, ¿quién pierde toda esa plata? No sé con nombre y apellido quiénes serán, pero si no quieren perder, solo deben aumentar la porción de la torta que va a sueldos y jubilaciones. De lo contrario, el futuro será sin nosotros ni los viejos. Después de todo, todos somos los viejos del mañana.

Jubilados Represión a jubilados Dr. Francisco González Kofler
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