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Sam Altman: tras el castigo, el ideólogo de ChatGPT vuelve empoderado

El joven empresario protagonizó una novela de enredos junto a la organización especializada en IA. ¿Por qué fue despedido en primera instancia y cuáles son las razones que explican su pronta reincorporación?

Sam Altman es uno de los empresarios que, surgido de la escena tecnológica, ha conseguido trascender los márgenes del sector y estar en boca de todos. ¿Aunque jovencísimo, ya tiene una silla en la mesa selecta que ocupan Steve Jobs, Bill Gates y el siempre polémico Elon Musk? Una serie de acontecimientos recientes permiten hacerle un lugarcito. Por un lado, el brutal éxito de ChatGPT. Por el otro, la novela de enredos que protagonizó en las últimas jornadas, en la que su poder pareció diluirse al ser despedido de OpenAI, aunque pronto exhibió una musculatura agigantada.

 

¿Por qué fue expulsado, en primera instancia? ¿Sus conocimientos ponen en riesgo al mundo que habitamos, tal como deslizaron algunos reportes? ¿Qué cambió al cabo de pocos días, para que OpenAI decida su reincorporación y le haga pito catalán a Microsoft, que había cobijado a Altman? Además, ¿qué implica el regreso del joven empresario para el futuro de la inteligencia artificial generativa? Una cronología de los hechos servirá para encontrar respuestas a estos interrogantes.

 

Sam Altman, patitas a la calle (por poco tiempo)El viernes 17 de noviembre, publica TN, la escena tecnológica se conmovió con una noticia que nadie había vaticinado. OpenAI anunciaba el despido de Samuel Harris Altman. Antes de seguir, algunos datos del muchacho: nació en 1985; fue un niño prodigio de la informática; y en 2015 se unió a Elon Musk, entre otros inversores, para fundar la organización de la que más tarde surgiría el poderoso ChatGPT. Además, es inversor en diversas compañías pujantes, incluyendo una apuesta en Humane, una startup que, a su modo, propone destronar a los smartphones.

 

Un nuevo asterisco, previo a los detalles del despido de Altman. ChatGPT es un sistema de inteligencia artificial generativa, que opera con un modelo de lenguaje materializado en un chatbot. Tiene habilidades encantadoras y en aumento. Por ejemplo, redacta y resume textos, responde consultas y conversa con tono natural. En paralelo, trae consigo una serie de riesgos. Tal como analizamos anteriormente en TN Tecno, entre los peligros asociados a su uso resuena su creciente poderío, el eventual reemplazo de las capacidades humanas, problemas vinculados a los derechos de autor, divulgación de fake news, y las dificultades para distinguir fehacientemente la obra humana de la sintética, entre otros. Es por ello que muchos impulsan regulaciones a los desarrollos.

 

Desde el lanzamiento generalizado de ChatGPT en noviembre, la fama de Altman tuvo un ascenso meteórico. Su nombre copó los medios y pasó a ser conocido, no solo por los entusiastas de la tecnología, sino también en las sobremesas familiares y en las charlas de café. Como dicen, cuando se asoma demasiado la cabeza es más fácil que alguien venga con la guadaña.

 

Dicho y hecho. Hace aproximadamente una semana, comenzó la novelita de OpenAI y Sam Altman. Al ser despedido, se dijo que la junta directiva de la organización había perdido la confianza en el empresario y que no fue “consistentemente honesto en sus comunicaciones”, perjudicando su capacidad para la toma de decisiones. “Creemos que es necesario un nuevo liderazgo a medida que avanzamos”, observaron. Altman dijo que aquello fue como leer tu propio obituario cuando aún estás vivo.

 

Pronto, quizá demasiado, Altman fue contratado por Microsoft para liderar un equipo abocado a la inteligencia artificial. Para desprevenidos, la compañía estadounidense es uno de los principales socios de OpenAI, por lo que todo quedaba en familia.

 

Altman y la “amenaza a la humanidad”Como era esperable, la salida de Altman causó revuelo, también dentro de OpenAI. Tras el anuncio del despido, cientos de empleados de la empresa manifestaron públicamente su apoyo a Altman. Mientras la organización estadounidense procuraba reacomodar su tablero con la contratación de un nuevo CEO —un empresario que cofundó la plataforma Twitch—, trabajadores divulgaron una carta expresando su disgusto. “Las acciones de la junta han hecho evidente que es incapaz de administrar OpenAI”, señalaron, presionando para que Altman sea reincorporado. En la ocasión, cerca de dos tercios de los empleados de OpenAI dijeron que si la junta directiva no renuncia, se marcharían a Microsoft para trabajar junto al caudillo. Inversores de peso respaldaron esa posición.

 

Mientras tanto, circuló un bombazo. Durante el exilio del CEO, investigadores de OpenAI divulgaron una carta en la que hicieron comentarios sobre un poderoso avance en IA que representa un peligro para el futuro la humanidad. El denominado “Proyecto Q*” habría motivado la expulsión de Altman que, en el pasado, había reconocido que su peor temor es “causar grandes daños al mundo”.

 

Aquella iniciativa establecería pasos claves hacia la próxima instancia de estas tecnologías: el avance de la IA generativa a la IA general. En criollo, son sistemas que, definitivamente, superarán las capacidades humanas. Los firmantes de la misiva advirtieron que esos sistemas podrían ser comercializados “antes de comprender las consecuencias”. Mientras tanto, Altman se mantenía agazapado y, cobijado por Microsoft, preparaba su regreso a OpenAI.

 

Revuelta en OpenAI: chau junta, hola AltmanTal como dice el refrán, se dio vuelta la tortilla. Los que se rebelaron contra el CEO fueron reemplazados. Tras un destierro breve, Altman recuperó su liderazgo. “Amo a OpenAI, y todo lo que hice en los últimos días ha estado al servicio de mantener unido a este equipo y su misión”, escribió el empresario en un tuit. Antes, había deslizado que el desarraigo no se extendería por mucho tiempo: una autofoto lo mostró sosteniendo una típica credencial de invitado para ingresar a las oficinas que antes dirigía, diciendo que pronto la dejaría de usar.

 

Pacífico, el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, le hizo el juego a Altman. No se mostró molesto por los vaivenes del empresario. Por el contrario, todo pareció (no podemos decir que fue) un armado para su retorno a OpenAI. También regresó a casa Greg Brockman, que había sido expulsado como presidente del grupo y acompañó al CEO en su breve estadía en la cuna de Windows.

 

“Con el apoyo de la nueva junta directiva y de Satya, estoy deseando volver a OpenAI y seguir construyendo nuestra sólida asociación con Microsoft”, declaró Altman en su retorno.

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