Fin del Mundial para Los Pumas. Cuartos, con buenas y malas. Cuartos, pero con orgullo Puma hasta el final, dejándolo todo hasta que el pitazo marque el cierre. Demostraron, una vez más, ser Pumas de verdad, con sangre caliente, característica argentina, que no faltó ni en la cancha ni en las tribunas.
Una de las imágenes finales es la del "Cachorro" Sánchez llorando la derrota ante Inglaterra por el tercer puesto. Quizás sean lágrimas por haber malogrado el último tiro a los palos, justo él, un especialista, un gana-partidos, el que hace de la valentía una forma de jugar que no se negocia.
¿Llorar? ¿Por qué? Imagino que el dolor de quedar en las puertas de un tercer puesto, pero eso pasará seguramente con el abrazo de su familia, con las horas. No puede llorar Nico Sánchez, al menos no por sentir que nos falló. Si es el mismo que durante todos estos años nos regaló su calidad, su magia, su fortaleza. ¡Qué pedazo de jugador de rugby el tucumano!
Y quizás no podamos disfrutarlo mucho más. Ahí sí que van a caer lágrimas, pero serán las nuestras.
Y por ahí anda también otro que bien baila, el "capitán sin cinta" que parece que siempre juega igual, más allá de la cancha, del rival, del partido. Siempre llevando el equipo adelante. Agustín Creevy, un "Puma" con todas las letras.
Cuatro mundiales cada uno, más de 100 tests matches y una perseverancia a prueba del inexorable paso del tiempo.
Cuánta historia en estos dos brillantes jugadores. Cuánto ejemplo junto.
Ellos serán los que seguramente dirán hasta cuándo los tendremos en la Selección, y se lo merecen, se lo han ganado.
Pero si deciden irse, ya "nacieron" los Gallo, los Carreras, el apertura y el wing, los Mallía, los Cinti, y podemos seguir con la lista. No sembraron en vano, la cosecha Puma está a la vista.