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La Provincia #NuncaMás

Nunca más: la historia de Santiago Vicente, uno de los jóvenes desaparecidos que nunca más volvió a su casa

Nuevo Diario habló con Fabiana y Mirta, sus hermanas, a 47 años de su secuestro ilegal en la vía pública, en la provincia de Tucumán. Relatos en primera persona del sufrimiento, el miedo, la tristeza, la angustia; entre el quiebre de la democracia y el inicio de la dictadura más sangrienta de todas

En Santiago del Estero hay muchos espacios a los que pareciera que no les ha pasado el tiempo. Una de ellas es la casa de la familia Vicente, ubicada en el barrio Belgrano, de la ciudad Capital. 

 

Detrás de un paredón amarillento y un portón oxidado estaba sentada, como todas las mañanas, Mirta. O mejor conocida como “Coti”, una mujer de 62 años que mantiene el oficio de canillita, heredado de su padre, don Bernardo.

 

Nuevo Diario llamó a su puerta, y ella, como un acto reflejo, atinó a ponerse un barbijo antes de consultar quienes éramos y qué intenciones teníamos. La cita era con Fabiana, su hermana, que aún no había llegado a nuestro encuentro. 

 

El motivo de la visita fue para hablar sobre su hermano, Santiago, quien desapareció el 2 de febrero de 1976, es decir, 51 días del inicio de la dictadura militar aunque ya se respiraba en el país el miedo y la violencia.

 

 

Santiago Omar Vicente Ávila tenía 23 años cuando un grupo de inteligencia militar lo secuestró de manera ilegal en la vía pública, en Tucumán, donde vivía. 

Estudiaba en la Universidad Nacional de Tucumán y trabajaba en el Ingenio Esperanza. Militaba en la Juventud Peronista y Montoneros. Estaba casado con Graciela, quien también fue detenida. Tenían dos hijas: Andrea y Viviana.

 

“Lo levantan y lo llevan a un centro clandestino de detención en la Escuelita de Famaillá. Pasó por varios centros en Tucumán, hasta más o menos septiembre de 1976”, relató Fabiana. 

 

Los datos que pudieron recabar fueron gracias a los testimonios de Graciela y los compañeros que estuvieron detenidos junto a él, quienes lo reconocían por su voz: le gustaba cantar la música de Joan Manuel Serrat y tocaba la guitarra.

 

 

Fabiana tenía siete años al momento de la desaparición de su hermano. “Era muy chica. Me enteraba por las charlas que tenían los mayores”, recordó.

 

Bernardo era un militante peronista. Falleció en 1987, a los 63 años.  Estaba casado con Blanca Ávila, una profesora de manualidades. Además de Santiago, Mirta y Fabiana, tuvieron otros dos hijos: Jorge, quien falleció cuando tenía tres años, y Elena, de 72. 

 

 

En esta familia la conciencia social estaba muy presente. “En casa siempre había gente que llegaba del campo. Se los invitaba a comer y se quedaban. Venían por cuestiones de salud o trabajo. Hemos nacido en una familia muy socialista, en donde la solidaridad, la empatía, el darle una mano al otro se mamó desde que tengo uso de razón”, rememoraron ambas hermanas.

 

“Es una etapa dura que pasamos en familia. Fuimos muy perseguidos. Se hacían allanamientos ilegales y nos volteaban la casa todo el tiempo. Se llevaban lo que les gustaba. No les importaba nada”, se lamentó Fabiana.

 

Graciela, por su parte, fue detenida el 3 de febrero de 1976, en nuestra provincia. Fue un operativo por el que se cortó toda la cuadra. A ella la liberaron en 1984, porque “gozaba” de la “legalización”, es decir, “una seguridad de que estando en la cárcel no te maten. Tener un legajo e intervención de la Justicia”, simplificó “Fabi”. Ella y las niñas pasaron por las cárceles de Devoto, en Buenos Aires, y Villa Urquiza, en Tucumán.

 

La búsqueda

 

“Tengo recuerdos de la búsqueda constante de mis padres. Ellos han presentado habeas corpus, pero nunca hubo respuestas. Mi madre ha viajado por Buenos Aires y Tucumán buscando información. Iba al Batallón 141. La búsqueda ha sido implacable, hasta el hartazgo. Nunca han tenido novedades. Nadie dijo nada. Los policías se burlaban. Decían que no existía y que no había novedades”, puntualizó Fabiana.

 

Santiago, presente

 

Santiago nació el 25 julio, el mismo día que se fundó la “Madre de Ciudades”, de 1952. “Desde muy chico organizaba kermeses con los amigos para la compra de insumos de algún hospital. Enseñaba a quienes andaban flojos, les daba una mano con el tema de estudios. Un tipo bueno, de corazón muy grande”, rescataron sus hermanas.

 

 

En octubre de 2015, la familia Vicente recuperó los restos de Santiago. Fueron encontrados en el Pozo de Vargas, en Tucumán. Se trató de huesos de la cadera y del fémur. “Sabemos que tenemos dos huesos de él y le podemos rendir un culto. Una cosa muy nuestra de decir ‘aquí está, hemos recuperado algo de él’.

 

Cerramos un poco la historia, sabemos adónde ha ido. Es un cierre dolorosísimo”, expresaron. Sobre la noticia del hallazgo, Fabiana dijo que fue “tremendo, porque siempre piensas que lo vas a ver aparecer por la puerta. Es algo ilógico. Siempre te queda eso de que habrá andado perdido, que le habrán pegado y quedó mal de la cabeza. La mente humana es tan amplia que llegas a imaginarte cualquier cosa. Mucho dolor y, después, decir: ‘cerramos esto, ha vuelto a casa’. Sabemos que es él y está de vuelta con nosotros”.

 

 Blanca, quien falleció el año pasado a los 93 años, estaba en una situación de salud delicada al enterarse de la aparición de los restos de su hijo. Mirta fue la encargada de darle la noticia. “Coti” contó cómo fue ese momento: “Cuando me acerco y le digo: ‘Mami, vos sabes que te quiero contar algo’, me dijo: ‘Ah, ya sé, es algo de tu hermano’. Ahí me he largado a llorar. Como sintiendo el dolor de ella, el dolor de madre. Ha pasado por tanto esta mujer, tanto sufrimiento. Llantos de madrugada, llamando al hijo. ‘Bueno, hija, ahora me voy a morir en paz. Ya está, eso es lo que quería saber de tu hermano’, dijo. Para mí, ha sido como que me tiraron hielo, no agua”.

 

 

24 de marzo 

 

El 24 de marzo es una fecha especial para la familia Vicente. “Movilizante, reflexiva, dolorosa, de recuerdos, de no querer vivir lo mismo”, a diferencia del 25 de julio, que “ahí lo recordamos un poco más, con anécdotas lindas”.

A pesar de todo, “Coti” aún lo sigue esperando: “Veo a chicos en la calle y me pregunto: ‘¿No será mi hermano?’ Aun sabiendo que me dieron sus restos. Hasta el día de hoy sigo desconfiada”.

 

A partir de esta última frase entendimos el origen de por qué Mirta desconfió tanto. Entendimos una milésima del dolor de toda una familia. Entendimos por qué es importante decir “Nunca más”.

 

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