Un cabo de la Policía de la Provincia, de apellido Salgado (33 años), prestó servicios en una dependencia de la Dirección General de Seguridad Vial de la Capital y, tras su paso por la casa de su padre, emprendió el viaje hacia su domicilio de la ciudad de Ojo de Agua en un automóvil Renault 12. Colocó su ropa, el uniforme y el arma de fuego reglamentaria, una pistola Bersa Thunder, calibre 9 milímetros, en una mochila que colocó en el asiento trasero. Llegó en horas de la noche y dejó estacionado el rodado frente a su casa del barrio Panorámico, aunque no extrajo la mochila con sus bienes y el arma de fuego. En este sentido, de acuerdo con lo manifestado por el uniformado a los investigadores, al tratarse de un auto de un modelo antiguo, no cuenta con medidas de seguridad en las puertas ni alarmas.
Tras descansar durante la noche, al día siguiente se trasladó con su pareja a diversos lugares con su pareja, ocasión en la que dejó estacionado el auto sin ocupantes, con la mochila siempre sobre los asientos traseros. Pagó servicios, estuvo en comercio y hasta en un taller mecánico y la terminal de ómnibus.
Llegada la noche, 24 horas después de llegar a Ojo de Agua, se fue a dormir y volvió a quedar el rodado frente a su domicilio. A la mañana siguiente, se acordó que había dejado la mochila en el Renault 12. La abrió, encontró la ropa y el uniforme, pero no la pistola. Había sido sustraída.
El cabo desconoce el momento en el que se apoderaron del arma. No obstante, realizó averiguaciones en el vecindario y una de sus vecinas le manifestó que alrededor de las cuatro de la madrugada del tercer día de permanencia en Ojo de Agua, escuchó que los perros de la cuadra ladraban con insistencia y que sintió el ruido de las puertas del auto que se abrían y cerraba, aunque la mujer pensó que se trataba del efectivo que se aprestaba a irse a trabajar.
La Policía busca intensamente el arma de fuego.
