En Santiago del Estero funciona un Un Pelito de Esperanza, el taller que se dedica a fabricar pelucas oncológicas gratuitas.
La iniciativa nació en 2019, a pulmón.
“Un grupo de gente nos juntamos y dijimos: ‘Por qué no hacer esto aquí’. Armar nuestro banco y empezamos a aprender. Gracias a videollamadas que tuvimos con gente capacitada, nos empezaron a enseñar, nos reuníamos en casa y practicábamos. Lógicamente, al principio, no nos salían nada bien, pero con la práctica fuimos perfeccionándonos de a poco”, comentó Alicia Roldán, presidenta del banco solidario, a Nuevo Diario.
En el taller reciben a la gente que va a donar cabello y a quienes están en su tratamiento de quimioterapia para medirles algunas pelucas.
“Confeccionamos la peluca durante la semana. Tenemos gente que nos fabrica las cortinas para que nosotros podamos armar las pelucas y, después, ponerlas en condiciones, así, cuando viene la gente, tienen la posibilidad de elegir entre más de una”, explicó Alicia.
Para la donación, lo ideal seria que sean de 25 a 30 cm de largo.
También se pueden donar mechitas, para quienes no se animen a cortarse tanto.
La presidenta del banco, al ser consultada por el cambio que nota en las personas que asisten al taller, comentó: “Cuando llega la gente vos la ves que realmente vienen con una tristeza impresionante, porque el cabello, para la mujer, es algo muy importante. Cuando se las probamos, así no sea la ideal para ellas, su rostro empieza a cambiar: es otra su predisposición, su sonrisa”.
Las pelucas son reutilizables. Una vez que terminan con la quimioterapia y les crece el cabello, las devuelven al taller, donde las refaccionan y se las dan a otra persona que la necesite. Quienes sufren alopecía se las quedan.
“Nosotros pedimos un mínimo requisito: el certificado médico donde conste que realmente se tiene una enfermedad, porque nosotros trabajamos pura y exclusivamente para la gente que tiene cáncer o alopecía”, detalló.
Con respecto a la satisfacción de realizar este trabajo, finalizó: “Nosotras estamos felices de la vida de saber que, en alguna etapa de su vida, hemos sido útiles y que a ellas les ha servido la peluca. La gente viene y no tiene palabras para agradecernos. Tenemos gente que ha atravesado esa enfermedad y ahora está trabajando en Pelito, porque se ha interesado y le gusta cómo se trabaja y se incorpora al taller”.
