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Especiales #Escalofriante

Asegura haber visto al almamula en un paraje: "Se oían llantos y cadenas"

Patricia contó la aterradora experiencia que vivió en un lejano paraje, cuando se encontró con la criatura que tanto atemoriza al norte argentino: el almamula.

Lo que estás a punto de leer es el relato, contado en primera persona, de Patricia. Ella es una joven que, al igual que incontables personas tanto del norte argentino como del resto del país, asegura haberse encontrado al almamula.

 

El almamula es una criatura mitológica que, según la leyenda, tiene la apariencia de una mula de color plomizo, vocifera un estremecedor lamento con sus cuerdas vocales y arrastra cadenas consigo. Supuestamente, aparece como "maldición" cuando alguien comete incesto, y espanta tanto a humanos como a animales, quienes lloran cuando se acerca.

 

Sin más preámbulos, el relato:

 

Mi nombre es Patricia. Soy de San Miguel de Tucumán, y esta historia transcurre en un paraje de la localidad de Simoca conocido como Macio.

 

Cuando era niña, me invitaron a pasar unos días en el campo en casa de mis tíos. Fue en el verano, y una de esas noches nos habíamos quedado en casa con Karina, mi prima, ya que mi tío y mis otros primos se habían ido de pesca y volverían recién al amanecer.

 

Con mi prima nos pusimos a contar historias de espantos hasta que nos vino el sueño. Recuerdo que la habitación de mi prima estaba totalmente separada del resto de la casa, era como si fuese otra vivienda en el mismo lote.

 

De repente, escuchamos que los perros empezaban a llorar. Corrí unas cortinas floreadas y miré por la ventana, mientras le decía a mi prima que se acerque también a mirar. Era como que los perros lloraban y daban vuelta alrededor de algo que nosotras no podíamos ver, hasta que uno de estos animales salió despedido por el aire como si una fuerza lo hubiese expulsado. De ahí, todos los perros se revolcaban a la orilla del camino y no dejaban de llorar, era como si alguien los estuviera pisando.

 

Me agarró un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo y me metí en la cama, temblando de miedo. Mi prima estaba un poco mejor que yo e intentó consolarme. En ese momento sentíamos como la puerta de madera de la entrada al dormitorio la empujaban y querían abrirla, se escuchaban también arañazos, y un sonido de cadenas que también rozaban con la madera, aunque los perros ya se habían callado.

 

El miedo se apoderó de mí y no podía ni moverme. Karina me pidió que rezáramos, pero no podía articular con los labios del miedo. A medida que empezó con sus rezos, todo se empezó a quedar en silencio, y no quisimos salir de la habitación, ni siquiera a mirar por la ventana. La noche parecía eterna, hasta que nos ganó el sueño.

 

Ya al día siguiente, con las primeras luces del día, regresaron mi tío y mis primos, y escuché cómo murmuraban algo, como que si no querían que yo escuchara. Hice correr la cortina de la ventana y vi como cargaban en una camioneta a todos los perros, estaban muertos y estaban como secos, algunos tenían hasta marcas de fuego como si hubiesen sido quemados.

 

Desde ese momento, Patricia afirma que nunca más volvió a vivir alguna experiencia similar, pero que quedó profundamente marcada por ese episodio que, según asegura, fue real.

Paranormal
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